El yacimiento arqueológico de Valdeherreros-La Azafuera presenta evidencias de ser tanto un asentamiento celtibérico-romano como una necrópolis, donde se observan restos culturales que van desde el momento de contacto entre el mundo indígena celtibérico y romano hasta la época medieval. Se han podido identificar dos periodos de ocupación; el correspondiente al periodo celtibérico tardío hacia el S. II a.C. y un segundo correspondiente al periodo tardorepublicaro-altoimperial que abarca los S. I a.C. al II d.C.
Antes de la llegada del Imperio Romano, nuestras poblaciones estaban habitadas por diversas tribus prerromanas pertenecientes a la familia de los celtíberos. Los Lusones eran los pobladores de estas tierras, localizándose en el Alto Tajuña, al noreste de Guadalajara y siendo, probablemente, Lutia (cerca de Luzaga) su capital. Esta familia limitaba con los Titos, hacia el Este, Arévacos y Pelendones, al Norte y Olcades, al Sur.
El sosiego celtíbero se trunca a finales del año 195 a.C. En esta fecha se produce el primer ataque de Roma, llevado a cabo por Manlio y Catón, y efectuado desde el Ebro por el Jalón. En esta Primera Guerra Celtíbera, Catón sitia Sigüenza pero sin embargo no se produce un control total del territorio. Ya involucrados contra la invasión, los peninsulares caen derrotados en la Segunda Guerra Celtíbera (153- 133, a.C.). En estos 20 años y bajo la influencia de los cuerpos militares de Ocilis (Medinaceli) y Numancia (Garray, Soria), los pueblos del Norte de la actual Provincia dejan paso a la primera gran potencia de Europa Occidental, el Imperio Romano.
En cuanto a los restos localizados en la localidad, cabe destacar dos. Por un lado la necrópolis de inhumación, excavada en el año de 1915 por el Marqués de Cerralbo, y la villa romana, muy próxima, descubierta a mediados de los noventa.
La villa romana de Valdeherros es un yacimiento en el que se observan restos culturales que van desde el contacto celtíbero con el mundo romano, hasta la época medieval. Muestra evidencias de ser un hábitat y un foco de entierro, centrado en sus primeras épocas. Su interés proviene de los materiales y estructuras existentes y el que ofrece un tipo de asentamiento rural de contacto y aclimatación a lo largo de los siglos con el mismo modelo económico. |