El yacimiento, ubicado tradicionalmente en la zona denominada Valdeherrera, aunque otros topónimos como Carramolina y Cifuentes definan el territorio, se sitúa a 3 Km al Suroeste de Calatayud, junto a la carretera C-202, en la margen izquierda del Jiloca, poco antes de su desembocadura en el Jalón, sobre un terreno de altitud máxima de 585 metros sobre el nivel del mar con una privilegiada situación estratégica en la antigüedad. Los terrenos de naturaleza sedimentaria están compuestos por terrazas de "mallacán" sobre las que se talla el foso de la ciudad en su lado oeste y sur. Las fincas cubiertas con estratos arcillosos tuvieron un uso agrícola hoy abandonado en su mayor parte.
Valdeherrera ocupa un punto neurálgico de la Celtiberia, en la confluencia del Jiloca con el Jalón, vías naturales de acceso hacia la meseta en la antigüedad. Las excavaciones del casco urbano de Calatayud indican la larga pervivencia de un núcleo urbano celtibérico (Bilbilis I) entre el s. III y su violenta destrucción en el s. II a.C. momento en el que se produce su traslado a Valdeherrera (Bilbilis II). La ciudad fue conquistada por Sertorio en el año 77 a.C. y perdida posteriormente a manos de Metelo en el año 74 a.C. Se constata una perduración en época imperial romana, e incluso en el s. III y IV, continuando la explotación agropecuaria de esta rica vega.
El asentamiento de destacadas proporciones, poco más de 35 Ha de las 40 Ha que debió tener, tiene una longitud de 1000 m y anchura variable si bien puede que no estuviese totalmente ocupada. Se asienta sobre una ligera prominencia de suaves pendientes fácilmente defendible gracias al potente foso que circunda la ciudad. Se trata de un recinto amurallado adaptado a la orografía del terreno, dentro del cual quedarían amplias zonas abiertas o sin ocupar, pero accesibles para ganados y grupos de refugiados en caso de necesidad o conflicto armado.
El suave relieve de la zona suroeste y sur, probablemente supuso una mayor inversión en obras defensivas, mientras el fuerte desnivel del terreno oriental hace innecesaria la prolongación del foso. La zona norte ha perdido parte de la ciudad y de su foso a causa de las obras de la Autovía de Madrid (A-2). El trazado del foso se encuentra perfectamente delimitado en el oeste, con algún tramo tallado en las gravas cementadas (mallacán) hasta doblar en ángulo recto pasando a delimitar la zona sur y muriendo en el escarpe del terreno que se abre hacia la llanura del Jiloca. Alcanzando 40 m en anchura en alguna zona, detectando los estudios geofísicos realizados en la zona sur un campo frisio (o campo piedras y estacas hincadas) cuya misión es impedir que la caballería enemiga circulase libremente por él y se acercase a la muralla.
Localizado uno de los accesos a la ciudad y parte del trazado de la muralla con un posible torreón de planta cuadrada, se propone un complejo acceso desde el foso y sistema defensivo de la ciudad. El trazado de la muralla aparece actualmente ocupado por bancales, observándose la reutilización de elementos constructivos antiguos en el aterrazamiento o en las construcciones cercanas, así como acumulados en los ribazos o conformando los lindes de las fincas. Parece fácil establecer el recorrido de la muralla por su adaptación a la orografía del terreno, conservado esta estructura defensiva algunos sillares apoyados a tizón directamente sobre las arcillas o el mallacán.
Las excavaciones arqueológicas han delimitado una serie de viviendas de patio central de clara inspiración itálica que responden al proceso de urbanización de la ciudad dentro de una planificación ortogonal, similar a la que podemos encontrar en otros yacimientos celtibéricos del entorno como La Caridad (Caminreal), Segeda (Mara), Contrebia Belaisca (Botorrita), Bilbilis (Cerro Bámbola – Clatayud) etc. br>Los restos constructivos localizados en el Camino de Valdeherrera llevan el cierre oriental del yacimiento hasta el final de la terraza sobre la acequia de Carramolina. A partir de aquí, el potente desnivel del terreno hace innecesario la presencia de un foso defensivo.
En cuanto al urbanismo de la ciudad apenas se aprecian las estructuras, a excepción de los muros interiores que cruzan los caminos, algunos muros/bancales originales o el acceso a la ciudad del que partiría el eje/calle central de la ciudad. Todas las fincas contienen abundantes sillares de yeso, restos de cerámica, restos de pavimentos (opus signinum), tejas (tegulas), etc, entremezclándose elementos celtibéricos con otros romanos (republicanos y altoimperiales y, en menor medida bajo imperiales), y las grandes manchas de ceniza detectadas quizá respondan a la destrucción violenta de la ciudad en las batallas y asaltos entre Sertorio y Metelo. La abundante presencia de elementos metálicos queda evidenciada en la fuerte actividad clandestina denunciada.
Las viviendas, dotadas de numerosos aljibes o depósitos de agua en los patios y atrios, se encontraban separadas entre sí por una serie de calles empedradas de 6 m de anchura. Sus zócalos fueron realizados en cantería de piedra de yeso, mientras los alzados se efectuaron en adobe o tapial, revestidos de un manteado de barro o encalados en algunos casos, destacando molduraciones estucadas simples con temas geométricos con las que se decoraban las estancias principales de la casa, deI Estilo Pompeyano (finales del s.II a.C.) el más antiguo de los documentados en el valle del Ebro.
Los suelos de estas viviendas, especialmente las estancias nobles, presentan ricos pavimentos de opus signinum, decorados con temas geométricos, rosetas, delfines, etc, que nos hablan de una ciudad celtibérica ya se encuentra en pleno proceso de romanización desde finales del s.I a.C., momento en el que la ciudad y el territorio estaban ya bajo control romano.
Las viviendas halladas, se construyeron hacia mitad/finales del s.II a.C., siendo abandonadas a mediados del s.I a.C., posiblemente a causa de las guerras sertorianas, momento en el que se destruye la ciudad.
En Valdeherrera perdurará en época imperial romana, un asentamiento menor, tal vez una villa agrícola o poco más, vinculada a la explotación agropecuaria del territorio con una rica vega que ha perdurado hasta hoy en día. De la misma manera se ha localizado una gran necrópolis de época islámica que hay que vincular con la cercana Qal′at Ayyub (Calatayud). |