El yacimiento arqueológico La Loma del Regadío, situada en Urrea de Gaén (Teruel), es una de las villas romanas bajoimperales más destacadas del valle medio del Ebro, con una cronología comprendida fundamentalmente entre finales del siglo III e inicios del V de la Era. Se emplaza en un pequeño promontorio, de unos 6.700 m², y elevado escasamente 20 metros respecto a su entorno inmediato, en el paraje conocido bajo la denominación de El Regadío, un área de fuerte potencial agrícola inserta en el valle del río Martín y en plena margen derecha de la depresión del Ebro. Los restos de esta gran vivienda que aún hoy podemos contemplar revelan la versatilidad de estas casas rurales romanas, residencias señoriales de sus ricos propietarios y auténticos centros de explotación y producción agrícola.
Esta doble concepción alcanza en esta villa su máxima expresión. La vivienda cuenta con un bloque de espacios destinados al uso y disfrute de sus moradores, lujosamente decorada con mosaicos y pinturas murales al gusto de los grupos sociales más nobles del Imperio. En ella destaca la presencia de un mosaico con el tema mítico de la lucha del héroe Belerofonte contra la feroz bestia Quimera.
Anexa a la zona residencial se emplaza la parte de labor agrícola, reflejo de la fuerte especialización económica de este centro en el cultivo del olivo y la vid y posterior producción de aceite y vino. La magnitud de estas instalaciones, con cinco grandes prensas de viga, nos desvela al alto volumen de aceite y vino que esta factoría era capaz de generar, destinado a su distribución y comercialización en los mercados urbanos próximos.
Tras 15 años de investigación arqueológica, muchos de estos elementos que formaban parte del devenir cotidiano de los habitantes de la Loma del Regadío se pueden descubrir hoy nuevamente con la musealización de la villa, reconstruidos en sus emplazamientos originales para dar una sensación exacta de sus dimensiones e importancia.
Las primeras referencias acerca de la existencia de este yacimiento proceden de un grupo de arqueólogos y espeleólogos que inician sus actividades a finales de 1953, centradas en la documentación y estudio de cuevas y yacimientos arqueológicos aragoneses.
En abril de 1954, bajo la asesoría arqueológica de Enrique Vallespí Pérez, el grupo organiza el llamado Campamento volante de "Río Martín" con objeto de visitar, revisar o, descubrir enclaves arqueológicos de este ámbito territorial de la provincia de Teruel. Es así como, en la primera de las tres jornadas localizan La Loma del Regadío. Un asentamiento que no tardan en catalogar como villa por los restos de mosaicos con motivos geométricos, paredes romanas con pinturas murales de temas geométricos y abundante cerámica romana visible en el lugar.
Sin embargo, habrá que esperar hasta el final de esa misma década para volver a tener noticias acerca de esta villa. En el año 1959, como consecuencia de una serie de obras que afectan muy negativamente al enclave, se pone al descubierto uno de los mosaicos. Consciente de la valía de los restos, el Museo Provincial de Teruel planifica una actuación de urgencia encaminada a la excavación del espacio que albergaba el pavimento, y a su posterior extracción, traslado y depósito en las dependencias del Museo. Los trabajos, que se extienden también a lo largo del año siguiente, sacan a la luz el peristilo de la villa, un amplio espacio de 25 x 3 m, pavimentado con un mosaico y decorados sus muros perimetrales con estucos pintados con motivos geométricos y florales.
A pesar de estas graves incidencias, La Loma del Regadío cuenta todavía con un mínimo conservado, hasta el momento actual de los trabajos de excavación realizados, de unos 1.447,7 m² edificados, equivalentes a un total de 25 estancias que se distribuyen de acuerdo a la articulación clásica de este tipo de viviendas romanas: una serie de dependencias vinculadas al área residencial o pars urbana, junto a un bloque de espacios, muy específicos y cohesionados, destinados al procesamiento de productos agrícolas, la pars rustica.
Sin embargo, esta vivienda, edificada en un momento impreciso de finales del siglo III o principios del IV y con una perduración hasta finales de ese mismo siglo IV o primeros decenios de la centuria siguiente, no es la única evidencia de la ocupación. Conforme avanzan los trabajos de excavación, progresivamente van surgiendo, bajo la propia villa, indicios de una habitabilidad anterior que se remonta hasta el cambio de Era, y que se encuentran, actualmente, en proceso de estudio y análisis.
Pars Urbana: La zona residencial de la villa de La Loma del Regadío responde al modelo de articulación clásica de la domus de peristilo: un patio central diáfano, quizá ajardinado, rodeado de pórticos de columnas, con un papel fundamental en la distribución y acceso a los restantes espacios de habitación de la vivienda, localizados todos en torno a él. Sin embargo, esta pars urbana, generalmente reflejo del alto poder adquisitivo del propietario, no está carente de ciertas peculiaridades. Frente a la riqueza y ostentación que denotan estos ámbitos en la mayoría de las villae, en contraposición al carácter funcional meramente agropecuario de la pars rustica, en La Loma del Regadío, aunque esta suntuosidad existe, dista mucho de la que presentan otros enclaves similares. Los escasos restos de pinturas murales existentes, por ejemplo, no reflejan una extraordinaria técnica y ejecución, y en cuanto a pavimentos musivos, sólo se han documentado en dos de las diez estancias conservadas que conforman esta zona de residencia: uno en el único sector del peristilo que perdura en la actualidad y otro ornando el espacio que, con probabilidad, correspondería al oecus. Ambos, elaborados en opus tessellatum, presentan una composición decorativa fundamentalmente geométrica en la que se combina una amplia gama de colores entre los que predominan el rojo, amarillo, blanco y negro. Una serie de motivos que, aunque cambiando su disposición, se repiten, en ocasiones, de manera idéntica: nudos de Salomón, florones, orlas de sogueado, cruces potenzadas, cuadrados en relieve, etc. En el peristilo la decoración se ordena por medio de espacios cuadrados y rectangulares generados por un reticulado de bandas intersecantes. Los mismos motivos aparecen en el oecus, en esta ocasión, de acuerdo a una composición ortogonal de grandes casetones octogonales secantes que, de manera conjunta, delimitan un emblema central, único cuadro figurado de los pavimentos, cuya iconografía representa la lucha entre Belerofonte y la Quimera.
Pars rustica: Uno de los aspectos inherentes al concepto de villa como vivienda rural romana, independientemente del grado de opulencia que exhiban sus ámbitos residenciales, es su definición como centro de explotación agropecuaria, ya referida en los tratados de los Agrónomos latinos. La villa de La Loma del Regadío es un ejemplo palpable de esta cuestión, donde, frente a una pars urbana relativamente austera, la pars rustica parece acaparar un mayor protagonismo que se refleja en la presencia de unas complejas instalaciones. Cinco prensas, con sus correspondientes depósitos de captación, vinculadas con seguridad a la producción oleícola y, más dudosamente, a la obtención de vino; dos molae oleariae, y otros dos depósitos más, cuya capacidad conjunta alcanza los 17.845,2 litros. Estas estructuras son especialmente interesantes, ya que, de ser indicativas de la producción anual de aceite y/o vino de la villa, ponen de manifiesto el amplio territorio de cultivo o fundus bajo el dominio del propietario de La Loma del Regadío, y la obtención de unos excedentes que superarían con creces el consumo propio, siendo destinados a su comercialización en el mercado.
Las prensas documentadas responden al tipo de palanca, máquina que constaba de una gran viga de madera (prelum), sujeta por uno de los extremos y contrapesada en el contrario por una gran piedra, que iba descendiendo de manera gradual gracias a un torno (sucula) o a un gran tornillo vertical (coclea). En la zona de prensado propiamente dicha se situaban unas nasas de cestería (fiscinae)con los frutos, que en el caso de las olivas eran aplastadas previamente en grandes molinos (molae oleariae), o directamente si se trataba de uvas, y, finalmente, el producto era recogido en depósitos por medio de pequeños canales. |