La villa romana de Benicató está situada en los alrededores de Nules, entre los huertos de naranjos. El yacimiento arqueológico se conoce desde 1888. En este área los investigadores sacaron a la luz los restos de una villa rústica del periodo imperial que perdura con altibajos hasta el siglo VI d.C. Las primeras excavaciones las efectuaron en 1956, fecha en la que se halló un peristilo de planta cuadrangular con una balsa o estanque circular en su centro.
Las excavaciones entre 1973 y 1974 permitieron identificar 13 habitaciones que estaban dedicadas a actividades de transformación y almacenamiento, distribuidas alrededor del mencionado patio. En la zona noreste se encontraban los baños, dos de cuyas estancias estaban decoradas con pavimentos de mosaico y caldeadas mediante el sistema de hypocaustum. Entre las estancias dedicadas a uso doméstico se hallaron los restos de dolia semienterrados de un metro de diámetro. Los restos recuperados indican que el enclave pudo estar habitado entre los siglos I a.C. y VI d.C., teniendo su periodo de esplendor en el siglo II d.C.
Debió tratarse sin duda de una villa de cierto lujo, en atención a los restos y materiales hallados, no sólo los mosaicos, sino también pinturas murales, revestimientos con placas de mármol, lucernas, platos de cerámica fina, vidrio, etc. Se ha documentado, junto con materiales de época imperial, la presencia de algunos fragmentos de cerámica campaniense. Asimismo, entre un abundante conjunto de monedas, la mayoría de época imperial, se han recogido un denario y un as de la ceca de Roma (del 170 y el 91 a.C.). La cerámica campaniense nos proporciona tan sólo una cronología genérica en los siglos II y I a.C. En las excavaciones se han recuperado algunos fragmentos de cerámicas y monedas del periodo republicano (siglos II-I a.C que deben corresponder a una primera fase de ocupación.
La villa se organizaba en torno a un peristilo de 22 x 24 metros con una galería porticada, donde quedan las bases de las columnas de caliza gris azulada y una balsa circular de 7,6 metros de diámetro. Alrededor de este patio se distribuían 35 habitaciones con un total de 594,45 m² de extensión. Según los investigadores, se puede afirmar que la zona residencial se encontraba en los lados noreste y sureste del peristilo, mientras que en el noreste estaba la zona industrial. En cambio, si hablamos de los baños, formados por cuatro habitaciones, las mejor conservadas están en el lado este, donde destaca la presencia del citado hypocaustum en dos estancias; son testigos los pequeños arcos de ladrillos reconstruidos y un pavimento en opus signinum. Los muros estaban decorados con pintura en rojo y azul y un zócalo de placas de mármol. Una de la estancias contenía un pavimento de mosaico con motivos geométricos en blanco y negro.
Las termas de la villa de Benicató estaban formadas por cinco habitaciones, que constituían un bloque cuadrangular, en cuyo extremo noreste sobresale un espacio rectangular, con una superficie total de casi 77 m². La sala fría ocuparía el extremo occidental de los baños, mientras que las dos calientes estarían en el oriental. La estancia número 2, de 21 m², apareció decorada con un mosaico teselado y las paredes tenían una decoración de estuco de color rojo y azul. Esta sala sería el frigidarium pero con un espacio también dedicado al vestuario o apodyterium. Desde esta sala se accedería al tepidarium, situado al este, que medía 18 m². Bajo el pavimento se documentó una cámara de calor que, al parecer, estaba formada por arcos. Tres de los lados de la habitación (sur, este y oeste) estaban recorridos por una banqueta de 20 centímetros que probablemente debió de servir para alojar la distribución de aire caliente en las paredes (un sistema denominado concameratio). En esta sala se hallaron restos de mármol que probablemente formaron parte de la decoración.
El caldarium era una sala rectangular de 9,8 m² cuya cámara de calor estaba formada por arcos construidos con ladrillos, sobre la que se colocó un pavimento de opus signinum. Esta habitación comunica al norte con otra de identificación problemática que tal vez sea el horno. No hay datos que permitan fechar estos baños, puesto que no sabemos si el mosaico era contemporáneo de su construcción o más moderno.
El otro mosaico apareció en la habitación número 13, situada en la galería oriental del patio de la villa. Estaba formado por teselas cúbicas, blancas y negras, y los motivos decorativos empleados eran sobre todo composiciones lineales dispuestas en cenefas, con motivo central compuesto por dos cuadrados que formaban una estrella de ocho puntas inscrita en otra forma geométrica. En la segunda mitad del siglo III a.C. está documentada una fase de reformas, también en esta habitación.
Se han evidenciado dos fases de ocupación de la villa. La primera abarca desde mediados del siglo I a.C. hasta mediados o finales del III, documentándose un momento de auge en el siglo II d.C. Luego, desde finales del III hasta mediados del IV se constata su decadencia a pesar de que algunas habitaciones fueron reutilizadas y su función, readaptada. El abandono de la villa se sitúa a mediados del siglo IV. Justo en el momento de esplendor (segunda mitad siglo II d.C.) es cuando se supone que se realizan los dos mosaicos y se remodela el patio porticado, construyéndose a su vez la piscina. |