Entre los términos municipales de Bétera y Moncada, se ubica el poblado ibérico amurallado del Tos Pelat. Fue edificado sobre un cerro con forma de meseta del reborde montañoso de la comarca de L′Horta Nord a 92 m.s.n.m. Se encuentra estratégicamente situada en 9,5 km de la costa, a 17,5 km de la antigua Edeta (Tossal de Sant Miquel de Llíria) y a la misma distancia de Arse-Saguntum.
Estuvo ocupado desde el s. VI al s. IV a.C. El oppidum tuvo una extensión de 3 hectáreas y en él pudieron llegar a vivir unas 600 personas. Aunque queda mucha superficie para excavar sabemos que hubo calles y plazas y que, en el barrio de la muralla, la zona excavada hasta hoy parcialmente, pudo estar habitado por un grupo aristocrático, la clase dominante, a juzgar por las dimensiones de las casas documentadas y los hallazgos muebles. La equidistancia respecto de las ciudades vecinas de Arse y Edeta y las dimensiones del yacimiento, nos sugieren que El Tos Pelat pudo ser un lugar autónomo mientras estuvo ocupado. A mediados de s. IV a.C. fue abandonado definitivamente sin que por ahora se sepan las causas y donde se reinstalaron.
Hoy son visibles dos lienzos de muralla, uno de antiguo que se corresponde con la fundación del oppidum y que se data a mediados de s. VI a.C. y un segundo lienzo que amplia y refuerza la primera muralla. Esta segunda muralla se data a finales del s. V, principios del IV a.C. En el interior de la ciudad la segunda fase constructiva hizo tabla rasa de las primeras casas de forma que hoy solo es posible ver la configuración urbanística del segundo momento. Tanto las murallas como las casas documentadas fueron construidas con una técnica mixta consistente en un zócalo de mampostería y un alzado superpuesto de adobes. En algunos casos las paredes estaban enlucidas con yesos y puntualmente ornamentadas con pintura mural, motivos geométricos a base de bandas en rojo y azul. Los techos eran planos y estaban ligeramente inclinados en la calle o los patios interiores.
El Tos Pelat fue abandonado de forma más o menos pacífica a mediados de s. IV a.C. Esto se deduce del registro material documentado, todo parece indicar que en el momento del abandono se llevaron consigo todos los objetos que pudieron ser útiles en una nueva ocupación. Un ejemplo significativo de este hecho es que no hemos encontrado hasta hoy ni un solo instrumento de hierro y los recipientes cerámicos encontrados in situ siempre están incompletos.
Entre los hallazgos descubiertos se encuentra uno de los escasos signarios ibéricos conocidos, lo que supone un completo tesoro lingüístico: el signario del Tos Pelat. Los íberos usaban tres escrituras diferentes para representar su lengua. Esta es un conjunto de fragmentos de la escritura ibérica nororiental con la variante dual (un abecedario utilizado en el siglo IV al III a.C.). Los símbolos aparecieron en dos láminas de plomo enrolladas una dentro de la otra durante la campaña de excavaciones de 2003, en un contexto doméstico de la última fase del poblado. También salieron a la luz pinturas murales de color azul, blanco y rojo. Aunque el estado de conservación del plomo cuando se descubrió era deficiente y la lectura de los signos se hacía complicada, los expertos pudieron admitir perfectamente una interpretación religiosa o votiva.
|