Santa Eulalia de Bóveda es un santuario tardo-romano con elementos arquitectónicos paleocristianos y altomedievales del siglo III ubicado en la localidad de Santalla de Bóveda de Mera, a 14 kilómetros de la antigua Lucus Augusti, la actual Lugo (Galicia), municipio al que pertenece la parroquia. El monumento se localiza debajo de la iglesia parroquial, y es uno de los edificios prerrománicos más interesantes de toda la Península Ibérica debido a su peculiar estructura y a la calidad de sus decoraciones pictóricas y escultóricas. Algunos autores han afirmado que originalmente fue un templo consagrado a la diosa Cibeles, debido a la decoración escultórica de los relieves de la fachada. Otra teoría es que fue un edificio consagrado al dios Mitra. Esta hipótesis se apoya en la piscina central del interior, en la que se bautizaría a los fieles con sangre de toro.
Santa Eulalia de Bóveda tiene una forma singular, resultado de los diferentes usos que se le dio a largo del tiempo. El edificio tenía dos plantas aunque en la actualidad solo se conserva la inferior o cripta que se encuentra casi en su forma original salvo la parte central de la bóveda que se perdió cuando se demolió la antigua capilla cristiana que ocupó el piso superior. Del piso superior solo permanece como vestigio parte del muro que inicia la bóveda de cubierta en ladrillos cerámicos. Anteriormente a la capilla cristiana, esta segunda planta funcionaba a modo de Taurobolio. El taurobolio era una estancia para el sacrificio de un toro en la planta alta del edificio, sobre la parte central de la cripta y sobre el hueco que permitía la caída de la sangre del animal sobre la piscina de la planta inferior. Una vez muerto el animal, los sacerdotes bajaban por una escalera de comunicación que existía en el muro oeste un recipiente con los órganos sexuales del toro y lo colocaban en las hornacinas que existían en los muros de la cripta, a ambos lados de la piscina. La creencia en las propiedades sanadoras del bautismo de sangre hizo de su práctica algo muy habitual en la antigüedad, sobre todo en los siglos II y III. El Santuario de Cibeles se proyectó para una posible repetición del ritual en escaso tiempo y debió de permitir un gran número de sacrificios en su momento más popular. Al prohibirse el rito con la adopción del cristianismo, esta segunda planta perdió su función original y se transformó en capilla, convirtiéndose la planta baja en cripta.
La cripta, de planta perfectamente cuadrada, tiene una longitud exterior de 12 metros de lado. Su estructura posee dos muros perimetrales, el exterior que realiza la función de contención de las tierras que la rodean en tres de sus caras, y otro interior que soporta la bóveda de la sala central. En tres de las cuatro caras del edificio se encuentra un estrecho pasillo entre ambos muros y que posee en sus extremos dos pequeñas ventanas al exterior a modo de huecos de ventilación. Se precede de un pequeño nártex con dos columnas, que se encontraría abovedado. La fachada es sencilla, labrada con sillares de granito, y dos ventanas adinteladas a ambos lados, con vanos triangulares de descarga en la parte superior. La portada presenta un arco de herradura, un elemento característico de las iglesias visigodas, con una pequeña moldura que lo recorre en su perímetro exterior. En el centro de la sala interior se encuentra un estanque de planta rectangular de poca profundidad. Esta estancia poseía una bóveda de ladrillos cerámicos soportada por dos pórticos de tres arcos apoyados en dos columnas de mármol y dos ménsulas sobre los muros de fachada y posterior y profusamente decorada. En ambos laterales de la sala existen dos pequeñas hornacinas ocellas.
En el interior de la cripta se conserva un maravilloso conjunto mural, que es el más importante de los que persisten en toda Hispania. La representación pictórica hace referencia directa a la relación que las aves y sus cantos tenían con el santuario y su funcionamiento como oráculo. Las aves vivas permanecían ocultas a la vista de los devotos y sus cantos proféticos resonaban sobre las pinturas de la bóveda en el interior de la cripta. Estas pinturas se localizan en la bóveda y representan a las sibilas en forma de aves y con un grado de conservación excelente. El conjunto posee perdices, faisanes, gallináceas, pavos reales (símbolo de la diosa), palomas, un ganso y un pato, entre motivos vegetales estilizados que representan el árbol sagrado de Atis, el pino y su fruto. Las pinturas murales inferiores desaparecieron al cristianizarse el santuario y seguramente hacían referencia a los misterios de la diosa.
En el muro de la fachada pueden verse algunos relieves que tienen un gran interés, dado que son las únicas decoraciones escultóricas que se han conservado in situ en todo el edificio. En la cuarta hilada desde el nivel del suelo hay dos bajorrelieves que representan un hombre y una mujer, enmarcados por unas arquitecturas formadas por estructuras adinteladas con columnas. Tienen los brazos erguidos y sostienen guirnaldas. Por encima, en la sexta hilada, hay otros dos relieves con grupos de danzantes, con cinco figuras cada uno que también están enmarcadas por una estructura arquitectónica. En los muros se aprecian otros cuatro relieves, que no guardan una simetría con respecto a la arquitectura del edificio. Se trata de tres representaciones animales, y una figura humana que, a diferencia de los anteriores, no están enmarcados por arquitecturas. Los dos relieves que se encuentran en mejor estado de conservación representan un ave posada sobre un árbol, y que esconde su cabeza bajo las alas; y otro que muestra dos figuras humanas afrontadas. Es muy probable que ninguno de los dos formasen parte de la decoración inicial del templo, y fuesen labrados a posteriori. Sobresale por su excepcionalidad un relieve astronómico en el que aparece un planeta y su luna, Rea como esposa de Saturno.
Para realizar el edificio se excavó el terreno, de forma que originalmente se encontraba semienterrado, con el objetivo de buscar corrientes acuáticas para que el agua de la piscina circulase. En el costado occidental hay un pequeño ábside, con un arco de medio punto. Esto es una particularidad que llama la atención, dado que crea una orientación opuesta a la mayoría de las iglesias medievales. En una segunda fase el edificio se transformó para adaptarlo a una basílica con tres naves, que crearían arquerías con fajones en sentido longitudinal. Cada una tendría tres arcos de medio punto, que descansarían sobre pies derechos adosados a los muros y exentos. En este momento, muy posiblemente, también se modificó la fachada principal y el vano de acceso.
Dado que el piso inferior se encontraba excavado en la tierra, el superior debía encontrarse al nivel del suelo, y seguramente se encontrase abierto por el flanco oeste. Posteriormente se realizaron algunas intervenciones de menor calado, pero que modificaron la estructura del edificio, como el vano de acceso que se abrió en el ábside del piso inferior, con unas escaleras que comunicarían las dos alturas. Del piso superior tan sólo se ha conservado algunos restos del arranque de la bóveda sobre el muro norte. |