Este es quizás el talayot más difícil de encontrar porque está tan metido entre la vegetación que no se ve hasta que está uno casi encima. Tanto es así que no fue descubierto hasta los años cincuenta. Gracias a esto, su excavación fue una de las más prolíficas en hallazgos que ha habido. Esta excavación se llevó a cabo en el contexto de las excavaciones del poblado al que perteneció y que lleva el mismo nombre: Son Serralta.
Aunque los restos que nos quedan de este poblado son bastante escasos y están mal conservados, son uno de los mejores ejemplos de poblado talayótico de montaña. Este conjunto puede ser analizado en el marco de su patrón espacial: un pequeño núcleo de población encaramado en lo alto de una colina, dominando los valles de los alrededores y, al otro lado de uno de esos valles, un talayot aislado, en un punto más alto, posiblemente como atalaya de vigilancia. Este patrón se repite en dos poblados vecinos dentro del mismo término municipal de Puigpunyent: Son Puig y Son Burguet.
Las ruinas de este poblado están distribuidas por la cumbre de una colina urbanizada que le da su nombre. En el núcleo del poblado había dos talayots, en los extremos occidental y oriental de la misma. Mirando hacia el sur, al otro lado de un valle, está el talayot aislado, un ejemplar hermoso, pero dificilísimo de encontrar. Las excavaciones, a cargo de G. Rosselló y J. Camps, se llevaron a cabo en el talayot aislado y en el talayot occidental del poblado. El talayot aislado reveló una construcción y abandono durante las fases iniciales de la cultura talyótica; el talayot occidental del poblado produjo cerámica muy posterior, incluida cerámica romana, lo que nos muestra una larguísima perduración del poblado.
El talayot conserva su corredor de entrada, así como tres tambores de su columna central. Aunque este es un ejemplar típico de zona montañosa, de tamaño bastante pequeño, y piedras muy irregulares, tiene una peculiaridad: una posible ventana, orientada al norte. Sin embargo, las pruebas de su existencia no son concluyentes, porque se podría tratar de un hueco hecho por el derrumbe de parte de la pared norte. A favor de su existencia, está su orientación, mirando exactamente hacia el talayot occidental del poblado de Son Serralta. Además, la puerta del talayot, abierta hacia el nordeste está orientada exactamente hacia el talayot oriental del mismo poblado.
Los restos de cerámica estaban a menudo apilados y ordenados, aunque fragmentados por el derrumbe del techo. Se pudieron reconstruir un buen número de piezas que, por su forma, se pueden comparar con las de épocas talayóticas muy arcáicas (incluso con formas halladas en habitaciones naviformes), entre el 1.400 y el 1.100 a.C. Además de la cerámica se encontró un trozo de barro seco con la impronta de un tejido de palmito, igual que el descrito por L. Amorós en las paredes del talayot de Ca′n Amer, lo que hace pensar que las paredes interiores estaban recubiertas de barro y éste tapado con tejido de palmito. También se encontró un hogar en el suelo, acondicionado con piedras recubiertas de barro, y éste también marcado con el tejido de palmito. |