LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

POBLADO IBERO DE SAN ANTONIO

El denominado Despoblado Ibérico de San Antonio, se sitúa en el término municipal de Calaceite (Teruel), a 2 kilómetros del pueblo, en el cerro de San Cristóbal. Contiene los restos de uno de los poblados ibéricos más importantes del Bajo Aragón turolense. El momento de ocupación se fecha entre los siglos V y VI a.C. y su destrucción y abandono hacia el siglo II a.C. Tuvo dos fases de desarrollo: una inicial, correspondiente a los siglos V y IV a.C, situada en la parte más elevada del cerro, y otra posterior, fechada entre los siglos III e inicios del II a.C., durante la cual se amplió el núcleo principal laderas abajo, aprovechando aterrazamientos para construir nuevas viviendas, y rodeando el conjunto con una muralla y varios torreones. Esta etapa de esplendor llegaría a su fin posiblemente con la conquista romana.

El poblado se defendía por una muralla de sillares labrados de escaso espesor que data del siglo III a.C, una serie de torres de planta cuadrada o circular y un foso. Se conservan también restos de una pequeña alberca destinada a la recogida del agua de lluvia.

La distribución urbanística y las técnicas de construcción son comparables a la de otros poblados ibéricos de la zona, que consistía en el trazado de una calle central a la que tienen acceso las diferentes dependencias, que suelen ser de planta rectangular, a ambos lados. Con posterioridad, la población se asentó en las laderas, por medio de terrazas y viviendas adosadas a la muralla. Las casas se construían en tapial o piedra en la parte alta. En la parte inferior del poblado la roca está a distinta altura por lo que se concluye que estas casas contaban con dos pisos uno destinado a vivienda y un bajo que se usaba como almacén, bodega o cuadra. Al norte del recinto amurallado se localiza la entrada principal, junto a una balsa que recogía el agua de lluvia.

En el sector suroeste se sacó a la luz los conocidos como Departamentos 1 y 2 que destacaron por sus singulares características y contenido y de los que hoy apenas si se conservan restos.

En el Departamento 1 aparecieron sobre un banco corrido perimetral con unas 30 concavidades que debieron servir de apoyo a grandes vasos cerámicos. En el centro de la habitación se situaba un pedestal rodeado de otras 10 depresiones, lugar que se ha interpretado como un ara o altar. En los espacios libres entre estas depresiones o concavidades se encontró un gran número de restos cerámicos y metálicos. El Departamento 2 tenía una disposición similar. A ambas dependencias se accedía a través de escaleras talladas en la roca.

El acceso al poblado se hacía desde el norte, como actualmente, donde hubo dos puertas, una en la zona superior y otra junto a la balsa y torreón de la zona baja.

Las viviendas eran de planta rectangular y se ordenaban en terrazas a lo largo de varias calles empedradas dispuestas en la ladera y cima del cerro. El conjunto de edificios estaba rodeado por una muralla de la que sobresalían torreones defensivos. Los muros de las casas tenían un zócalo de piedra de mampostería sobre el que se erigían las paredes de adobe o tapial. Las viviendas se apoyaban unas en otras, aprovechando los desniveles naturales del terreno, especialmente la zona más baja del poblado, donde pudieron alcanzar una altura de dos plantas. En su interior se habilitaron mediante la construcción de tabiques de adobe, distintos espacios de habitación, cocina, almacén y otras dependencias.