El yacimiento de Mas Castellar de Pontós está situado sobre una pequeña elevación, entre la orilla izquierda del Fluvià y el Algama, a unos 2 Km al norte de Pontós y cerca de la masía que lleva su nombre. El asentamiento está emplazado en un promontorio elevado entre 5 y 10 m en relación al nivel donde se encuentra la masía. Las cotas más altas se encuentran entre 140 y 160 m sobre el nivel del mar. El yacimiento corresponde a la edad del hierro inicial (s. VII a.C.) y toda la época ibérica y desaparece en la época romana (principios del s. II a.C.). Su localización, a unos 17 km equidistante de las colonias griegas de Rhode y Emporion y cercana a un territorio costero, lo convirtieron en un enclave estratégico y de excelente comunicación entre éstas y las comunidades indígenas.
Desde 1990 a 2004 se han llevado a cabo trabajos de excavación arqueológica. En todos estos años de trabajo cabe destacar el descubrimiento de un importante conjunto patrimonial que se extiende por una superficie de unos 8000 m², aunque el complejo arqueológico en su conjunto ocuparía un espacio en ningún caso inferior a las 5 ha. Los restos actualmente visibles están formados por la parte frontal de un oppidum fortificado del siglo V a.C., que a lo largo del siglo IV a.C. fue desmantelado y sustituido por un establecimiento agrícola que gestionó un inmenso campo de silos y que perduró hasta principios del s. II a.C.
Los últimos trabajos se realizaron en él documentan un complejo arqueológico formado por tres sectores bien diferenciados: un poblado fortificado —oppidum— más antiguo, que ocupa la parte meridional del rellano superior, un establecimiento agrario de una fase más reciente, situado en la parte oriental, y un gran campo de silos que ocupa todo el frontón septentrional de la colina, unas tres cuartas partes de su superficie total. En el rellano inferior se conoce la existencia de silos diseminados en la parte norte y oeste, mientras que en el ángulo sud-oriental del rellano se conoce la existencia de estructuras urbanas. Los silos ocupan gran parte del Camp de Dalt y del Camp de Baix, unas dos hectáreas y media y sus contenidos corresponden a un abanico cronológico que ocupa toda la edad del hierro, desde el s. VII hasta principios del s. II a.C.
Las excavaciones realizadas han permitido establecer una secuencia cronológica de la ocupación humana en seis periodos que abarcan desde las primeras evidencias arqueológicas documentadas en el territorio circundante, el periodo I (850-700 a.C.) hasta el momento de su abandono, el periodo VI (180-170 a.C.).
La ocupación más antigua del yacimiento está representada por unos pocos silos localizados en el "Camp de Dalt" (s. VII - VI a.C.) y por los recientes hallazgos debajo de la fortificación del poblado, de datación incierta. Será en un momento indeterminado dentro del periodo Ibérico Antiguo, antes del 450 a.C., cuando se da la construcción de un pequeño asentamiento fortificado en la cota más elevada de este rellano. Sin embargo, ocupaba una pequeña parte de la plataforma superior, con una extensión máxima estimada de unos 6000 m². El sector excavado coincide con el ángulo occidental del núcleo fortificado y por esta razón, en este punto, se localizó un acceso al poblado con un importante aparato defensivo formado por una imponente torre rectangular y un conjunto de defensas avanzadas que limitan un corredor por delante de la puerta de entrada. Esta torre principal tiene unas dimensiones muy notables, con un frontal de 11,5 metros y un lateral de 7,05 metros, además de una factura muy esmerada con un paramento externo compuesto por grandes sillares, especialmente bien escuadrados y tallados en sus ángulos. La torre se construyó maciza, con un relleno interno formado de tierra y piedras. A partir de aquí salen dos tramos lineales de una potente muralla de 2,6 metros de anchura: un primero que resigue el talud meridional del "Camp de Dalt", localizado en más de 23 metros de longitud, y un segundo en dirección norte/sur, es decir, hacia el centro de la colina, del cual solo se han excavado 4 metros de su recorrido. Por delante del tramo meridional de muralla, casi a tocar del límite natural del cerro, aparece un muro nuevo con una única cara paramentada, la interna. |