Se encuentra a tres kilómetros de Salinas en la Sierra del Rincón de Don Pedro. Es el poblado ibero más importante del Alto Vinalopó a pesar de su pequeño tamaño y de su corta ocupación que solo alcanza parte del siglo IV a.C. En sus proximidades se encontró una de las necrópolis más importantes de la Comunidad Valenciana.
En las defensas del poblado se distingue un foso defensivo de ocho metros de anchura que probablemente fue excavado por los habitantes del poblado acentuando la defensa natural de la vaguada que separa el espolón del resto de la sierra. Se produce un desnivel de cinco metros entre el fondo del foso y el torreón principal. Este se encuentra en la parte más alta del poblado y sus restos son lo primero que se ve según se entra en el poblado. Tiene 9 x 13 metros, planta trapezoidal y era macizo, con relleno de tierra y piedras de mediano tamaño. Su ubicación además de defensa procura una excelente atalaya sobre el valle. En combinación con el foso se estructuraba una protección adecuada de la zona donde, según los investigadores, se encontraba el acceso al poblado.
En varias de las viviendas se encontraron materiales que orientaban sobre las ocupaciones que se realizaron en ellas. Así, en una habitación apareció junto a uno de los muros un conjunto de pesas de telar, por lo que se supone su dedicación a la confección textil. En otra aparecieron dos conjuntos de caracoles separados, unos perforados y otros sin perforar. De metal destacan una lámina de plomo enrollada de las que eran empleadas para escritura, si bien no apareció en ella ningún signo, dos restos de hoces y una reja de arado. En la necrópolis que se encontraba a medio centenar de metros del poblado, se encontraron varias piezas de oro y armamento ibérico, del que sobresale una de las mejores puntas de lanza de la arqueología peninsular que todavía conserva su decoración. Los materiales se pueden contemplar en el Museo Arqueológico de Villena. |