LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

POBLADO IBERO DE EL MONASTIL

Su origen se remonta al siglo V a.C., y se constituyó como una de las poblaciones contestanas del levante español. Con anterioridad, en la Edad del Bronce, ya habían existido asentamientos humanos en la misma zona. Las características geográficas le situaban al abrigo de los climas rigurosos, próximo al río Vinalopó y en una zona, entonces, de bosque mediterráneo y recursos hídricos suficientes, abundante en caza menor. La sierra tiene un defensa fácil por su cara norte, al ser escarpada.

La disposición de las viviendas ocupaba la ladera sur y la cresta, protegidas por una muralla hacia el norte, con unas dimensiones entre 7 y 28 m² cada una, alineadas y que debieron tener una población estable de entre 150 y 200 individuos, que se fueron incrementando conforme se extendió a la llanura que se aproxima a la ribera del río.

La economía era de base agrícola, con el cultivo de trigo, cebada, vid y hortalizas y la explotación de los recursos forestales y la caza. La zona mantuvo una alta producción, cuyos excedentes sirvieron para el comercio. Al contrario que en otras zonas contestanas, la actividad metalúrgica fue casi inexistente; por el contrario, la textil siempre fue abundante, al igual que la cerámica, con la singularidad de una producción muy elevada de tipo simbólico y con características propias no encontradas en otros lugares. El comercio fue abundante con el resto de poblaciones iberas, pero también se han encontrado restos que explican un importante intercambio con poblaciones del mediterráneo como griegos, fenicios, cartagineses y romanos.

El nombre del yacimiento, El Monastil, probablemente viene de la reconversión de la basílica en un monasterio que existió aquí antes de la invasión musulmana. Junto a la basílica y hacia la parte más oriental de la sierra quedan los restos de las viviendas íbero-romanas que se distribuyen alrededor de una estrecha calle.