El nombre de Cova Foradá proviene de su sima, todavía inexplorada, que se encuentra en la ladera del cerro en que se halla el despoblado, el cual es conocido también por los nombres de "Cabezo de la Creu" y "Cabezo de la Ermita". Está situado en el término municipal de Liria, al oeste de la provincia de Valencia, a la izquierda de la carretera de Liria-Casinos y a unos cuatro kilómetros de ésta última población. Entre los kilómetros 34 y 35 existe una vereda que, atravesando la citada carretera, conduce hacia la derecha, esto en dirección N, al poblado de la Monravana y hacia el Sur desemboca en la llamada Rambla Castellana, también conocida en la comarca como "Castellarda". En el ángulo que forma esta última para unirse con la Rambla Artaix se eleva un monte, con tres alturas máximas, en la primera de las cuales, la situada al NE, y en la parte del collado que une a la citada cumbre con el resto del macizo montañoso, se encuentra emplazado el poblado que nos ocupa.
La primera excavación arqueológica que se llevó a cabo en este enclave fue en 1932. El poblado, que tiene unos 5.000 m², destaca por el buen estado de conservación de su recinto amurallado, a pesar de las actuaciones extractivas que lo circundan. Se ha datado en la Edad de Bronce la primera ocupación del asentamiento y una segunda, de larga duración, desde el Ibérico Pleno hasta el Imperio Romano (siglo IV a.C. al siglo II d.C.)
El poblado ocupa parte de las laderas del cerro que, de forma cónica y rematado por un índice geodésico, se alza sobre las ramblas anteriormente citadas y se prolongan tras una pequeña flexión del terreno a través de un estrecho collado que sirve de unión del cabezo con el resto del macizo montañoso.
La orografía del terreno, sobre todo en la vertiente occidental del cerro que presenta fuertes escarpes que hacen muy difícil el acceso, hacia innecesarias las defensas artificiales. La vertiente oriental, sin embargo, de pendiente más suave, concentra el sistema defensivo. Al suroeste se eleva una gran Torre defensiva de planta rectangular de 17 metros de largo por 11 de ancho y cuyos muros presentan un espesor de 175 cm. El material constructivo son sillares bien escuadrados y de grandes dimensiones, conservando una altura que ronda los 2 metros en el lado norte. A partir de esta construcción se inicia la muralla, tras un pequeño espacio con función de puerta. El lienzo de la muralla (de aproximadamente un metro de ancho) discurre paralelo a las curvas de nivel, con una longitud de 25 metros, hasta llegar a la elevación del extremo norte donde gira en dirección NE, en cuyo ángulo hay un cuerpo saliente a manera de refuerzo, y que correspondería a otra torre. La muralla continúa paralela a la cresta del collado, alcanzando en algunos lugares una altura de 1,70 metros. Su trazado se sigue con bastante claridad a pesar de que en algunos puntos ha sido reconstruida modernamente con finalidades agrícolas, pero aún en estos casos se puede apreciar perfectamente las cimentaciones antiguas. Sigue en la misma dirección hasta enlazar con el cerro al que circunda completamente. Su técnica es de mampostería muy bien escuadrada con mampuestos rectangulares, calzados en algunas partes mediante piedrecillas rectangulares. Como sucede en otros poblados ibéricos, la muralla estaría compuesta por un zócalo de piedras sobre el que se levantaría un alzado de adobes.
Superficialmente se aprecian restos, al parecer pertenecientes a viviendas. En la parte del collado, de superficie más horizontal y de menor pendiente, estas construcciones se distribuyen a lo largo de dos terrazas escalonadas, cuyo muro de contención puede seguirse con toda claridad. Las viviendas se sitúan a lo largo de ambas. Dos de ellas fueron excavadas por y dieron las siguientes medidas; longitud de ambas 11 m., anchura de la primera 6,90 m. y de la segunda 7,40 m., y el espesor de los muros de las dos, 0,70 m. En la actualidad estas últimas no se pueden identificar, pero sí otros restos de muros y dos departamentos casi completos, cuyas medidas son 4,50 m y 4 m. de largo por 4,60 y 3,50 de ancho.
En el cerro de pendiente más acusada, las viviendas también se distribuyen sobre terrazas, tres de las cuales han podido identificarse, e incluso se observan pequeños trozos de muros que les servirían de sostén y cuya dirección es paralela a la de la muralla, circundando el cerro. Pero desgraciadamente la erosión, a la que ha debido estar expuesta esta parte del poblado y la poca tierra fértil, han contribuido al casi completo derrumbamiento de los muros de las viviendas, de tal manera q\le sólo se pueden distinguir hiladas de piedras en extensiones tan cortas que es imposible seguir su trazado, dificultad que se ve aumentada por la gran cantidad de piedra suelta que, proveniente de las mismas construcciones, se ha ido acumulando y que imposibilitada superficialmente su visión.
El poblado en alguna época de su vida se extendió más allá de su recinto amurallado, como parecen demostrarlo pequeños restos de muros que afloran de manera diseminada hasta casi la misma falda y que, como en el caso anterior, su estado es tal que hace imposible su reconstrucción. En esta misma zona se puede observar, en algunos lugares, la roca que, cortada a pico, sería aprovechada como fondo de vivienda. |