LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

POBLADO IBERO DEL CERRO DE LA CRUZ

El poblado ibérico del Cerro de la Cruz se ubica en el término municipal de Almedinilla (Provincia de Córdoba), en el área geográfica de las Sierras Subbéticas. Ocupa uno de los típicos anticlinales calizos que conforman la orografía de esta zona. El Cerro de la Cruz domina Almedinilla por el suroeste, ofreciendo una ladera al norte de muy difícil acceso. Data del siglo III a.C., siendo unos de los pocos poblados de Baja Época Ibérica.

El yacimiento arqueológico ocupa una extensión de unos 50.000 m² y en superficie no conserva restos de murallas ni estructuras defensivas adscribibles a época ibérica. Se trata de un poblado ibérico en ladera, dispuesto en terrazas escalonadas que han sido directamente excavadas en la roca, aprovechando su superficie. Muestra el urbanismo de la época distinguiéndose las estancias según el uso que tuvieran: almacenes o talleres de artesanos presentando lugares de hábitat y de trabajo (molinos de harina, aljibes, almacenes de ánforas, pesas de telar, etc.).Las construcciones poseen un zócalo de piedra y un alzado de ladrillos de adobes o tapial, conservándose en algunos casos la impronta de la ventana, la puerta o los agujeros de los postes que sustentaban el segundo piso de estos edificios.

De modo sintético se puede indicar que las necrópolis ubicadas en Almedinilla han proporcionado tres tipos de tumbas:
Tumba monumental: de cinco cámaras de la que nada sabemos de su planta, alzado, dimensiones, accesos, decoración... en la se depositaron los restos incinerados de la familia que dominaba el poblado.
Tumbas simples en forma de cista: que debieron pertenecer a las familias más pudientes.
Tumbas simples en forma de hoyo: en las que no se detectó ningún elemento de prestigio y que, lógicamente, hubieron de acoger los restos de los individuos menos favorecidos social y económicamente.

En el año 1867 en la necrópolis de los Collados, situada en las inmediaciones del Cerro de la Cruz, afloraron más de 250 tumbas de época ibérica, que Maraver catalogó como romanas, en las que se pudo documentar unos ricos ajuares formados, principalmente, por armas: falcatas, lanzas, puñales, puntas de flecha, etc.