LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

POBLADO IBERO CASTILLEJO DE LA ROMANA

El poblado ibérico denominado Castillejo de la Romana se encuentra en una elevación del terreno dentro del término de La Puebla de Híjar (Teruel). La cronología del yacimiento ha sido establecida en base a las cerámicas allí halladas, precisándose la vida del asentamiento entre un momento inicial a comienzos del siglo III a.C. y un momento final que no excedería el año 70 a.C.

Este poblado responde a un tipo de hábitat semejante, aunque de menor escala, al de Azaila, con una zona principal en lo alto del cerro y una serie de espacios en la zona baja, que se han conservado muy parcialmente debido a la fuerte erosión del terreno.

El hábitat o acrópolis está localizado en la zona alta del Cabezo. Es de aspecto alargado y con unos ejes máximos, en su porción más amplia, de 150 metros por 25 de anchura. Por la parte Oeste, y atravesado por el camino de la Zaida a Azaila, se manifiestan una serie de estructuras pétreas conservadas únicamente en su parte de cimientos, y pertenecientes a habitaciones de planta rectangular, con distintas características. Se conservan también alineaciones de muros que pueden pertenecer a posibles calles. En toda esta zona se han encontrado numerosos fragmentos cerámicos, fundamentalmente ibérica lisa y decorada, de tipo común, pasta gris, además de alguna tesela de mosaico. Según sus hallazgos y por sus características esta zona de habitación puede ser la más moderna y de época ligeramente posterior a la acrópolis principal.

El lado Oeste, a muy pocos metros del Cabezo, conserva restos de habitación muy degradados. Del mismo modo, en la zona Este del Cabezo, en determinadas terrazas muy erosionadas por la naturaleza del terreno, se aprecian hiladas de mampuestos calizos que evidencian la presencia de habitaciones. Todo ello nos da un hábitat disperso por la periferia completa del Cabezo de la Romana.

Resulta evidente que la población se concentró en la acrópolis, a la que se accedía por la ladera este, la de pendiente más suave, mediante rampas en zig-zag.

En lo referente a la parte norte, se observa un grupo de habitaciones cerrando el espacio, hecho que contribuiría a hacer más irregular dicha zona central, cuyo recorrido sería sinuoso, como en el habitat inicial de San Antonio de Calaceite. Aquí también se observan los cimientos de una posible torre de planta casi cuadrangular y dispuesta claramente como atalaya hacia la parte del río Aguas Vivas.

En primer lugar destaca la densa ocupación de la superficie, siguiendo el perímetro irregular del Cabezo, norma constante en los fenómenos urbanos conocidos. Es indudable que las viviendas se agrupan en las vertientes o en los lados dejando un espacio libre en el centro, que pensamos estuvo ocupado por una calle, cuya anchura en la zona sur, por ejemplo, no sería excesiva, y en su porción más meridional, considerablemente estrecha.

Siendo que el acceso se verificó por la ladera E, la de más suave pendiente, por medio de rampas, parece que el ingreso en el poblado debió hacerse por dicho lado, según se indica en el plano levantando, donde se aprecia una entrada de aparejo especialmente monumental según el tipo de piedra empleado, arenisca, aunque este es un punto a investigar, pudiendo tratarse de una zona especial por las circunstancias mencionadas. Nótese, por ejemplo, cómo en Azaila dicho tipo de piedra sólo se empleó en construcciones señaladas o de especial importancia, como el templo in antis, determinadas partes arquitectónicas de las casas, etc.

El tipo de vivienda, según lo excavado y conservado en superficie, remite a habitaciones de planta alargada, orientadas generalmente de N-S o E-W, reproduciendo morfológicamente la tipología de viviendas de los poblados bajoaragoneses o de las casas indígenas de la ciudad III de Azaila de época más avanzada pero conservando un esquema ciertamente antiguo.

El presente modelo de urbanística, por cuanto recurre al tipo de calle o espacio central, a cuyos lados se distribuyen las viviendas, resulta un modelo conocido en el valle del Ebro y espacios adyacentes, ya desde época indoeuropea, como puso de relieve Beltrán , y donde Bosch Gimpera postuló desde un principio su teoría de poblados iniciales con estructuras urbanas irregulares hasta llegar a los asentamientos más evolucionados concebidos de acuerdo con un esquema seguido a grosso modo en cuanto a amurallamientos, disposición de calles y estructuras domésticas.