LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

POBLADO IBERO DE CASTELLAR COLORAT

El Castellar Colorat se encuentra en la cima del monte del mismo nombre que alcanza una altitud de 475 m. Este monte es inaccesible en sus vertiente norte y oeste, lo que facilitaba su defensa. Su cima se encuentra a 170 metros de altura sobre el cauce de la rambla, levantándose como una atalaya rocosa sobre el entorno del yacimiento de Peña Negra.

Por otra parte el Castellar Colorat es el yacimiento íbero más importante de la sierra de Crevillente. Ello se debe sobre todo a las fortificaciones que se conservan en la cima del monte, donde destaca una gran torre cuadrangular que alcanza los cuatro metros de altura. Seguramente esta torre da nombre al monte y al yacimiento arqueológico debido a la piedra de tono rojizo con la que está levantada, tono que se hace más patente con la luz del atardecer. El yacimiento se ha datado en los siglos V – IV a.C. si bien es muy probable que el lugar estuviera ocupado hasta la llegada de los romanos, de hecho en las inmediaciones del yacimiento apareció un denario de plata romano de época republicana

Se ha considerado que el Castellar Colorat debido a la relativamente escasa superficie de la cima protegida por esa gran torre y la muralla adyacente (unos 1.200 m²), podía ser una fortificación de control del territorio, una atalaya. Pero es muy probable que la zona cimera fortificada fuera la acrópolis de un poblado, del cual podemos ver restos, que se conservan todavía en pie, en los muchos muros de la ladera sur y oriental del cerro. Todavía no podemos concretar la cronología de estos muros. También podrían ser construcciones del poblado orientalizante de Peña Negra, pero es muy probable que tras la desaparición de Peña Negra se creará décadas después un poblado ibérico en esta ladera coronado con una acrópolis que ocupaba la cima del monte.

La gran torre está acompañada por otra torre más pequeña en altura (1,5 metros aproximadamente) con la que forma una entrada de aproximadamente 3 metros y medio de ancho. Aunque González Prats propuso que ambas torres eran ibéricas, parecen haber sido construidas en diferentes periodos debido al distinto trabajo de las piedras con las que cada una ha sido construida. Así, la que llamamos gran torre, está levantada con piedras más grandes y menos trabajadas, sin desbastar. Es posible incluso que esta gran torre fuera parte de una antigua fortificación de tiempos anteriores a los iberos, de la Edad del Bronce o del periodo orientalizante, es decir, que fuera parte de una fortificación que ocupara esta cima en tiempos en que la ciudad protohistórica de Herna estaba ocupada. En cambio los sillares con los que está construida la otra torre que forma la entrada del Castellar Colorat son más pequeños y mejor trabajados, de mampostería regular, esto se puede deber a que la primitiva fortificación fuera modificada en un periodo posterior, quizás ya en el siglo III. Puede ser que la defensa de la acrópolis fuera reforzada en los comienzos de la conquista romana de la zona levantina o en algún otro momento en que se viera necesario aumentar la seguridad del lugar. La muralla que continúa esta segunda torre está construida con este mismo tipo de sillares.

Lo que es cierto es que el Castellar Colorat prolongaba la consideración de la sierra de Crevillente como un lugar estratégico y económicamente importante en la protohistoria. La falta de excavaciones arqueológicas no han permitido asegurar que el Castellar Colorat estuviera ocupado con anterioridad a los tiempos ibéricos, pero por otra parte es ilógico, conociendo el poblado de Peña Negra, que el Castellar Colorat, monte de mayor altura, con mayores posibilidades defensivas que el monte de Peña Negra y también con mayor dominio visual del entorno, estuviera desocupado en los tiempos en que la ciudad orientalizante de Herna estaba en plena expansión e incluso ocupaba zonas bastante más alejadas del cerro de Peña Negra de lo que está el Castellar Colorat.

La cronología de la ocupación del Castellar Colorat y de sus estructuras conservadas no es la única incógnita que plantea este interesante yacimiento arqueológico.