A 6 kilómetros al norte de Alcorisa (Teruel) se encuentra el Poblado Ibérico Cabezo de la Guardia. Se trata de un importante núcleo que tuvo un largo periodo de vida desde el siglo V a.C. hasta el siglo III d.C. ya en época romana.
El yacimiento se sitúa en una cumbre amesetada en cuya cima apenas existe nivel arqueológico. Los restos más importantes se hallan en las laderas, donde se encuentran las habitaciones y los muros defensivos y de contención del poblado ibérico, en concreto, en la ladera noroeste se han descubierto dos habitaciones contiguas con paredes de piedra sin escuadrar y colocadas a junta seca, bien totalmente de piedra o con una base de burdo tapial, asentadas por una doble pared, de forma que cada habitación tiene la suya propia. En la ladera este del Cabezo, se han localizado las termas romanas de una villa. De esta época fueron hallados también importantes restos cerámicos como el llamado "kalathos del arado" que se conserva en el Museo de Teruel.
En la ladera este del Cabezo, se localizaron en 1983 unas termas de época romana dentro de un complejo arqueológico que podría corresponder a una villa romana rústica datable entre el último cuarto del siglo I y el III d.C. En excavaciones posteriores salieron a la luz diferentes dependencias de hábitat de principios del siglo IV d.C., con suelos de yeso, estucos en paredes y columnas, así como un complejo sistema de conducciones de agua, posiblemente relacionados con las termas, además de cinco tumbas de una necrópolis tardorromana.
Las estructuras del hábitat se desarrollan siguiendo las curvas de nivel del cabezo, visibles en las formaciones de terrazas y en las paredes actuales que se levantan sobre las hiladas de las antiguas. De ahí que la parte más fértil del yacimiento sea la zona en la que éstas pueden mantener sus niveles de depósitos sin erosionar. Esta se corresponde con las ladera NE y E. En el resto, la erosión y la acción del hombre han producido la desaparición y el arrastre de buena parte de los niveles de ocupación y de los materiales correspondientes.
Distinguimos tres partes excavadas: La primera, correspondiente a las dos terrazas más próximas a la cumbre, en la vertiente NE y E, donde se hallan las estructuras exhumadas ibéricas. Los restos de estructuras constructivas aparecen por toda la superficie del cabezo. En la ladera NW aparecen restos de un torreón circular (de éste solamente es visible una forma semicircular por haber desaparecido, al presentarse en cuesta, la otra mitad).
Al citado torreón lo cincha un muro que se desarrolla y cierra el espacio de un grupo de estancias rectangulares, en el sentido de las curvas de nivel de las terrazas de las laderas N y E. Se trata de un ancho muro que lo abraza, junto con dos contrafuertes, y que se asienta sobre la roca excavada, para dar más profundidad a las habitaciones de las viviendas. A una de ellas se accede por una escalera exterior, adosada al muro anteriormente citado. Las habitaciones son de planta rectangular. A lo largo de las terrazas se aprecian otros muros de las mismas características que el anterior, que forman parte de otras habitaciones rectangulares, correspondientes a las viviendas que se escalonan en las vertientes del yacimiento. En una de ellas, se encontró una gran cantidad de pesas de telar (pondus) almacenadas, con un variado repertorio de señales, signos, letras, grafitos, estampillados, etc., que denotan la existencia de un telar con alta actividad artesana. También lo indica el elevado número de fusaiolas encontrado.
La técnica constructiva de las viviendas se puede deducir de la existencia de muros de piedra irregular, que constituyen un zócalo, continuado éste con paramentos de adobes de muy buena calidad. En el centro de las estancias se descubrieron los suelos apisonados y piedras que servían de base para fundamentar los postes sustentadores de las techumbres. Los suelos son de tierra apisonada, con el hogar bien delimitado por el cambio de color y de textura del piso.
Una segunda zona excavada, situada en un punto medio-bajo de la vertiente E-SE, en la que aparecieron las diferentes instalaciones y piscinas de unas termas privadas (hipocausta del caldarium y tepidarium, una piscina circular o frigidarium, con tres escaleras, y otra piscina pequeña), correspondiente a una villa agrícola, romana, que se desarrolla en dirección hacia Valdecuén. Se trata de una superficie alargada, con suelos de yeso. Aparecieron restos de estuco de paredes y columnas. En el área más próxima a la zona de las termas, se descubrió un conjunto de cinco tumbas, correspondiente a una necrópolis tardorromana y numerosas conducciones, relacionadas con el sistema de suministro de agua a las instalaciones.
La zona número 3 se sitúa en la parte S del yacimiento, cruzando el camino del Pitarra y bordeándolo. Aparece un muro romano, de argamasa, con una longitud aproximada de 20 metros y 50 cm, de anchura. Sobre él se ha construido una pared posterior y en uno de los puntos se conserva un testigo del lienzo de la primitiva pared. Todo ello de factura romana. La hipótesis que mantenemos es que puede tratarse de la base de una conducción de aguas para las necesidades de las termas de la villa romana del pie SE del yacimiento. |