LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

OPPIDUM DE CASTELLONES DE CEAL

El asentamiento de Ceal, también llamado Los Castellones de Ceal, es in poblado ibérico situado a cinco kilómetros de Hinojares, pequeña localidad ubicada en la comarca de la Sierra de Cazorla cerca de la aldea de Ceal. Se trata de un promontorio, localizado en una meseta de forma circular, delimitado al norte por el río Ceal y al oeste y sur por el valle del río Guadiana Menor, produciéndose la confluencia de ambos justo a los pies de dicho promontorio.

El poblado estuvo fortificado, formando un oppidum, y tuvo una gran importancia como lugar de paso entre el valle del Guadalquivir y el sureste de la Península como zona fronteriza entre los territorios ibéricos de los Bastetanos, con centro en Baza, y los Oretanos, con centro en Linares. El asentamiento proporcionaría protección, descanso y alimento a las caravanas cargadas de mercancías. En la meseta, así como en la parte superior de las laderas, son abundantes los restos de murallas y construcciones de viviendas. Las técnicas encontradas destacan por su gran sencillez y su máximo aprovechamiento de los materiales del entorno. Los muros se levantan sin cimentación, encajados en rebajes en la base geológica o aprovechando los recortes naturales de la misma. Construidos con zócalo de piedra sobre el que se levanta el muro de adobe, de diferente grosor y calidad dependiendo del peso que soportar. La sencillez en la construcción, unida a la planificación urbanística donde destacaba la Casa 1 en la cual se documentaron una funcionalidad distinta al resto y materiales cerámicos de calidad, nos hace creer la idea de un asentamiento controlado por otro mayor.

En la ladera norte se extiende una necrópolis, donde se han encontrado algunos fragmentos de cerámica modelada a mano, apreciándose restos de estructuras a las cuales se asocian estratos de cenizas y huesos de animales. Los habitantes del poblado escogieron una localización próxima a la zona de hábitat; en el mismo cerro, pero en su parte septentrional. El objetivo de esta ubicación es la visibilidad de las estructuras funerarias, ya que el único hito destacado dentro de la geografía del lugar es el propio cerro. Se trata de una necrópolis ibera en toda su extensión, que ofrece un abanico de tipologías y de diferencias sociales, que evidencian su estructura jerárquica social. Desde tumbas en fosa de adobe o mampostería cubierta con losas hasta cámaras funerarias con puerta de acceso. Esta complejidad es aún más acentuada al observar que un gran porcentaje de estas estaban destinadas a albergar a más de un individuo.

Se ha descubierto una tumba principesca excavada dentro de la necrópolis de los Castellones, que guarda similitudes con la famosa cámara funeraria de Toya. La fase más antigua de la necrópolis se sitúa en torno al siglo VII a.C., constatado gracias a una serie de tumbas descubiertas, sin embargo no prosperó y fue abandonado, no volviéndose a poblar hasta en torno al 400 a.C., ya en época ibérica. El momento más reciente podría alcanzar una etapa romana republicana, en el siglo II a.C., momento en el que sucede un incendio que arrasó el poblado.

El descubrimiento del poblado y su correspondiente necrópolis fue un hecho fortuito ocurrido a mediados de los años 50 del siglo XX cuando se construyó la carretera sobre el antiguo camino entre Hinojares y Huesa, que pasaba por la aldea de Ceal.