LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

OCILIS

Occilis u Okilis fue una antigua ciudad de la tribu prerromana de los belos, romanizada y adscrita al dentro de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, que se corresponde con la actual Medinaceli (Soria).

Se encuentra situada en la parte alta del valle del río Jalón, sobre el camino que se transformó en época romana en la Vía XXV del Itinerario de Antonino, que comunicaba Caesaraugusta y Augusta Emerita.

De la época prerromana apenas quedan restos de la muralla que rodea el cerro de la localidad, y unos pocos hallazgos de cerámicas y monedas. Con la romanización, se transforma en una importante ciudad, defendida por una muralla de la que quedan restos, con un urbanismo bien trazado, en el que destacan casas decoradas con mosaicos. Los restos romanos son abundantes y comprenden monedas, cerámica común y terra sigillata.

La comunidad alcanzó el estatuto de municipio de derecho latino a partir del Edicto de Latinidad de Vespasiano de 74, posiblemente, como parece indicar la construcción del arco, bajo Domiciano. Sus ciudadanos fueron adscritos a la tribu Quirina.

La ciudad fue abandonada al final de la época romana durante las invasiones de vándalos, suevos y alanos en el año 409, y las posteriores de los visigodos, hasta ser reocupada en época de la invasión musulmana durante el siglo VIII.

En algunas de las ruinas descubiertas se manifestaron huellas patentes de destrucción por incendio: maderas carbonizadas, cenizas, objetos quemados. A estas y otras vicisitudes de la Villa vieja, incluso a la rebusca de materiales de lo arruinado para aprovechamiento de los mismos, es debida la destrucción de la antigua ciudad, o mejor dicho, de las varias que, según los indicios, se han sucedido allí; y a ello se debe también la notada mezcla de objetos.

La construcción más importante de las descubiertas, situada a la parte oriental, no lejos de los dichos restos mejor conservados de murallas, manifiesta sólidos muros de mampostería, de sillarejos con mortero de barro, bien hechos, y acusan una planta regular, con habitaciones cuadradas o rectangulares. De la fachada que mira al saliente, descubrimos desde el ángulo SE. Del edificio, en una longitud de 32 metros, el largo muro, de un metro de espesor, e interrumpido por lo que debió ser la puerta, que no conserva restos de jambas ni de umbral. A la izquierda de ella, muros de 0,60 a 0,75 de grueso, normales al primero, y paralelos a éste otros transversales, forman las habitaciones. Las situadas a la parte SE, que son las que mejor han podido ser descubiertas y las mayores, vienen a ser casi cuadradas, de 4,50 por 5,20 metros, y de 4,08 por 5,20 metros, las dos de la primera crujía, y en la segunda otras dos. A la derecha de la puerta hay restos de habitaciones pequeñas, una de ellas de 1,45 metros de anchura por 3,35 de profundidad.

El resto romano más importante es el monumental Arco de Triunfo de tres vanos, único en la Península, levantado en época de Domiciano y retocado bajo Trajano, y conocido comúnmente como Arco de Medinaceli. A diferencia de los arcos de Bará, de Martorello, de Cabanes, del puente de Alcántara y de Mérida, que son de una sola arcada, el de Medinaceli es ejemplar único en España de triple arcada. Lo componen un arco grande central para el tránsito rodado, y dos pequeños, uno a cada lado, para los peatones. Tiene, pues, todo el carácter de una puerta de ciudad. En sus dos frentes, sobre los arcos pequeños, destacan de relieve en los machones sendos templetes, en cuyos huecos debió haber tableros decorativos o epigráficos. En el entablamento, una serie de agujeros indican que las letras de la dedicación fueron de bronce, mas no es posible por tales indicios reconstituir la inscripción. No sabemos, pues, a quien se honró con este monumento. Desde luego son honoríficos estos arcos de España, no triunfales, como los de Roma, que conmemoran los triunfos otorgados por el senado a los emperadores victoriosos. Se ha supuesto fuese erigido el arco de Medinaceli por los ocilienses para honrar al cónsul Marcelo; pero no es verosímil le rindieran tal homenaje gentes a quienes impuso pesado tributo. Por otra parte, el monumento debe datar de los tiempos del Imperio.

La situación del arco en el borde mismo de la meseta, sobre la peña viva, de cara al S. En línea destacada del recinto y los adornos que tiene a los costados indicando no estuvo nunca unido a la muralla, dan a entender fue una antepuerta de dicho recinto.

Rastreando en la disposición de la villa, con auxilio de un plano moderno, el trazado de la ciudad romana, se aprecia que las dos clásicas vías, kardo y decumanus, se extendían la primera en una longitud de unos 610 metros, desde el arco romano hasta el sitio llamado las Herrerías, que se encuentra al N., por donde baja una senda, y la vía decumana, de E. A O., en longitud de unos 510 metros y posiblemente dando salida por donde está la puerta árabe, desde la cual baja un camino con restos de calzada a unir con la que, bordeando el cerro por SO, sale hacia el arco romano, como asimismo por el E., siendo de notar que lo escarpado de las vertiente nunca permitió ni permite otras puertas de comunicación al poblado que las indicadas, y de ellas sólo las dos actuales, que son las de los arcos, cómodamente accesibles.