LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

NECRÓPOLIS DE MAIPES

Una de las últimas erupciones volcánicas que sufrió la Isla se produjo en la cabecera del Valle de Agaete, en el lugar conocido como el Hondo de Fagajesto. El río de lava que emitió el volcán se encauzó por el barranco hasta alcanzar el mar, junto al Puerto de Las Nieves. De lo que fue aquel flujo incandescente se conservan algunos retales, formados de rocas y escorias volcánicas que en el Archipiélago Canario, en el Norte de México y en los Estados Unidos de América reciben el nombre de malpaís (malpaís, maipés, malpei, maipéi, en Canarias).

La disponibilidad de piedras con las que confeccionar sus tumbas condujo a los indígenas canarios a emplazar muchos de sus cementerios en estos enclaves. Así sucede con la Necrópolis del Maipés de Arriba, muy próxima al casco urbano de la Villa, tras el estadio municipal, donde se conservan alrededor de 600 túmulos, de lo que debió ser un cementerio considerablemente más nutrido de enterramientos de los antiguos canarios.

Bajo cada cúmulo de piedras, a modo de pequeña pirámide truncada, se abre una fosa delimitada por lajas, donde se depositaba el cadáver. Luego, la tumba era cubierta por losas, y sobre éstas se colocaban las piedras que conformaban el túmulo. La peculiaridad aquí estriba en la presencia de piedras de diferente color y textura a las negras del malpaís, que coronaban cada una de las estructuras tumulares.

En la mayor parte de los casos, corresponden a túmulos compuestos por amontonamientos de piedra, algunos de los cuales aparecen coronados por un torreón en el que se alternan piedras de diferente color. El tamaño y la complejidad estructural de estos edificios sepulcrales varía considerablemente, mostrándose evidentes diferencias entre ellos, lo que pudiera ser reflejo de la estratificación social de los pobladores de la zona.

Toda la necrópolis aparece rodeada por un muro de piedra seca, lo que puede estar contribuyendo a definir su especial naturaleza, ya que constituyen territorios en los que es claramente perceptible la diferenciación entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

El desarrollo de las intervenciones arqueológicas ha posibilitado la recuperación de información novedosa. De igual modo, se han logrado avances sustanciales en el conocimiento de las propias construcciones funerarias en las que, por ejemplo, además de las ya conocidas cistas con cubierta plana en las que se depositaría el cadáver