El yacimiento arqueológico de Cuyacabras, ubicado en el municipio de Quintanar de la Sierra (Burgos), es uno de los testimonios más ilustrativos de la arqueología medieval española que podría corresponderse con la antigua aldea de«Villa Godomar», Uno de los elementos que hacen más especial a la necrópolis de Cuyacabras es el entorno en el que se ubica: un calvero de un extenso bosque en el que compiten los pinos y los robles, a la sombra de una sierra de Neila cuya cima es perfectamente visible.
Se encuentra situado en un promontorio de roca arenisca entre el río Torralba y el barranco de peñas corvillas. Se compone de una iglesia semirupestre y una extensa necrópolis, delimitada en parte por una cerca y formada por 166 tumbas y 16 nichos, todos ellos excavados en la roca. Además, excavada en el promontorio rocoso se ha documentado una escalera de acceso que parte desde su borde oriental hasta llegar a la iglesia semirrupestre que está situada en la parte más alta y central del conjunto. Por su parte, delimitando la necrópolis por sus flancos sur y norte, se han documentado los restos de una cerca construida con bloques de mediano y gran tamaño, trabados a hueso, reducida prácticamente a la cimentación en las zonas que se ha conservado, si bien su trazado se intuye en diversos tramos bordeando el roquedo funerario.
Dichos enterramientos, que no proporcionaron ningún resto humano, corresponden al núcleo primitivo de la necrópolis que debemos datar entre el siglo IX y primera mitad del siglo XI. La mayor parte de los testimonios pertenecen a inhumaciones excavadas en la roca, aunque también se registran sepulturas de lajas en forma de cista y un peculiar tipo de nicho lateral. El cementerio debió contar, además, con un número mayor de enterramientos correspondientes a las fases de utilización más tardías del recinto que desconocemos.
Las sepulturas excavadas en la roca corresponden a tres categorías básicas: las formas y variantes del tipo "bañera" (54%), las formas de tipo antropomorfo (37%) y los nichos laterales (7%). Entre las tumbas antropomorfas (65) predominan las formas de cabecera redondeada y en arco de herradura, y pies de forma redondeada, mientras que en las de "bañera" (91), que en principio parecen estar destinadas a enterramientos femeninos o infantiles aunque estos últimos también aparecen en tumbas de forma antropomorfa, son mayoritarias las de forma elíptica. En menor medida se han registrado nichos (13), en el cortado norte del afloramiento y son ocasionales las tumbas de lajas y trapezoidales.
Los grupos de edades muestran algunas preferencias en el uso de un tipo característico de sepultura. Si la utilización de formas del tipo bañera y del tipo antropomorfo parecen mantener un relativo equilibrio entre los individuos adultos, el tipo preferente para los enterramientos infantiles es, sin duda, la sepultura en forma de "bañera" elíptica.
Aunque en sus orígenes las tumbas poseían lápidas de piedra, éstas se utilizaron en obras posteriores como materia prima para la edificación. Tan sólo mencionar la existencia de un fragmento de tapa de sarcófago en una vaguada entre el final del farallón rocoso donde se localizan las tumbas y el lugar de cierre interpretado como aprisco.
Como en otros cementerios coetáneos, se aprecia una tendencia favorable a disponer las sepulturas infantiles en las proximidades del edificio religioso, aunque en este caso no parece haber sido una opción excluyente.
Las tumbas, que fueron selladas con cubiertas preferentemente monolíticas, se orientan, salvo alguna excepción, invariablemente, en dirección a poniente. La disposición no era casual. El difunto, enterrado en posición decúbito supino, descansa a la espera, según la tradición cristiana, de la resurrección de los muertos. Supuestamente "Al son de la trompeta del último día, los difuntos serán llamados ante el tribunal divino que se manifestará en todo su esplendor desde oriente" .
De la iglesia no se conservan restos del edificio, pero en la roca se pueden observar las improntas que dejan ver que la iglesia presentaba una sencilla planta rectangular.Respecto al hábitat no se han encontrado restos de estructuras.
Aunque estos enclaves siguen ofreciendo casi tantas incógnitas como evidencias, es bastante probable que en su origen fueran construidas por cristianos que se vieron obligados a huir a las montañas ante el acoso de las invasiones árabes que sufrió la península, adoptando un estilo de vida prehistórico, que se refleja en la forma de construcción de las tumbas, excavadas en la roca con herramientas muy toscas.
Algunos datos sacados de Óscar González Díez. |