LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

NECRÓPOLIS IBÉRICA CERRO SANTUARIO

El conjunto formado por la ciudad iberorromana de Basti y las necrópolis de Cerro Santuario y Cerro Largo-Cerro Redondo se localiza al noreste de la provincia de Granada, en una comarca que se conoce como la Hoya de. La necrópolis se ubica a unos 500 metros al oeste de Cerro Cepero, el oppidum de Basti, y en consecuencia es el hábitat del cual depende la necrópolis de Cerro del Santuario. Cronológicamente esta necrópolis presenta una fase de esplendor en el siglo IV a.C., aunque se documenta su uso hasta el siglo II a.C. En su momento fueron localizadas 175 tumbas de diferentes tipos: de fosa simple, tumbas con algún tipo de pequeña estructura, tumbas con pequeña cámara y tumbas de cámara.

La necrópolis del Cerro del Santuario ha permitido reconstruir la representación de un linaje gentilicio ibero de inicios del siglo IV a.C. La asociación del tamaño de la tumba, de su estructura constructiva, la cantidad y calidad del ajuar y la disposición en el espacio funerario de cada enterramiento en relación con los demás, ha permitido concluir la existencia de una estructura espacial en tres grupos de enterramientos:
✱ El primero lo constituye la tumba 176, la tumba del príncipe y su familia. La tumba marcaba además un punto espacial de referencia del paisaje funerario organizado en círculos. Ella, como único elemento de un primer círculo, mantenía un área de 5 m de radio sin presencia de otras tumbas. Era el centro del sistema espacial y de hecho las características de su ajuar no se repetían en ninguna otra tumba excavada, ya que a los recipientes de cerámica ibera sumaba un grupo de catorce recipientes áticos de figuras rojas, abundantes armas, aunque menos que en la tumba de la Dama de Baza, un equipamiento de libación caracterizado por un brasero de bronce y, por último, un carro.
✱ El segundo lo componen un grupo de tumbas que rodean la tumba 176. Destaca la tumba 155, un enterramiento de pozo de gran tamaño que contenía la Dama de Baza y parecía constituir el punto de arranque cronológico de la necrópolis en un momento inmediatamente anterior a la llegada masiva de las cerámicas griegas. Se suma a ella la tumba de cámara 183, con materiales excepcionales que la sitúan junto a la anterior como el grupo de los fundadores del linaje.
✱ El tercer grupo de enterramiento y segundo círculo lo definen las tumbas 43 y 130, que se localizan a una distancia de 10 m de radio de la tumba 176. El tamaño de la estructura de pozo era algo menor a la del círculo 1, el número de recipientes griegos bajaba hasta seis y siete respectivamente y, además de la panoplia completa de armas, tenían braseros para la libación como en la tumba 176. Por el contrario, ya no se incluía el carro en el ajuar. Las tumbas eran también familiares.

Entre el radio de 5 m de distancia desde la tumba 176 y hasta las tumbas principales del segundo círculo, se localizaba la parte más numerosa de las tumbas de la necrópolis. Éstas ya no participaban en la definición de la estructura del paisaje funerario. Son enterramientos simples, a veces solo hoyos practicados en la tierra, pero que contenían estadísticamente un número de cerámicas griegas mayor que el resto de las tumbas de la necrópolis. En todo caso la presencia de estos productos se limitaba como norma a una pieza, un kylix o una pátera por tumba.

La estructura de los círculos, con la tumba 176 a la cabeza, define un grupo gentilicio clientelar en el que se manifiesta la jerarquía en las armas, la desigualdad en la riqueza, el principio de distanciamiento-proximidad entre grupos de enterramientos, los regalos a la clientela propio de los sistemas de redistribución, la referencia de las tumbas de los fundadores, etc.

Las tumbas que caracterizan y ordenan los dos círculos correspondían a la jerarquía interna del grupo aristocrático y tienen como característica, tal y como se ha señalado, que son tumbas con más de una incineración, es decir, son enterramientos del núcleo familiar. Por el contrario, el resto de las tumbas que las rodean son individuales y excepcionalmente dobles (madre e hijo). En definitiva, la distinción entre las tumbas de los círculos 1 y 2, residía en la diferencia de riqueza de los ajuares: ausencia de carro y menor número de piezas griegas en la tumba 130 y 43 que en la tumba 176, en el menor tamaño de la estructura constructiva en el círculo dos y, por último, en la diferente relación de vecindad con las tumbas que no ordenan el espacio de la necrópolis. Como se ha indicado, la tumba 176 se alejaba significativamente de todos los enterramientos, en tanto las tumbas 130 y 43 agrupaban a su alrededor los enterramientos atribuibles a los clientes del linaje gentilicio. Todo ello confirma que había dos niveles de rango en la parte aristocrática del linaje clientelar del siglo IV a.C.