La necrópolis de Cabezo Lucero es la más importante de Alicante y una de las principales del mundo ibérico. Es una pieza clave para el entendimiento del mundo espiritual de los iberos. Sus dimensiones, el número de tumbas, el ajuar asociado a ellas y las muestras de esculturas encontradas en el yacimiento avalan su singularidad dentro de la arqueología hispana. En sus 1,5 hectáreas de extensión se encontraron cerca de un centenar de tumbas.
Lo habitual entre los iberos era la incineración del cadáver en un lugar específico (ustrinum) para después recoger los restos y cenizas y depositarlos en una urna o vasija funeraria que era enterrada en estos lugares sin duda sagrados para ellos. En esta necrópolis además de este tipo de rito se da otro poco común en esta cultura. Se realizaron varias incineraciones in situ, es decir en el mismo lugar de enterramiento. Estas cremaciones primarias solo se dan en hombres adultos y parece ser que sólo se han documentado en esta necrópolis y en la desaparecida de la Albufereta, en la ciudad de Alicante. En algunos de los hoyos practicados en el suelo todavía se pueden apreciar las huellas del fuego.
Para las culturas antiguas el fuego era sagrado ya que era el bien más preciado por los dioses. La cremación supone la preservación del cuerpo al sustraerlo de la descomposición. Además, al convertirlo en humo lo eleva hacia los dioses, otorgándole la inmortalidad. También se realizaban libaciones con vino y aceite como manera ritual de apagar las cenizas y purificar los restos tal como parece desprenderse de la aparición de vasos rotos y quemados sobre las cenizas de las inhumaciones in situ. Otro rito que se realizaba en las proximidades de las tumbas consistía en la realización de ofrendar al difunto alimentos quemados que no eran consumidos por los vivos.
Del conjunto de incineraciones más de un 30% son incineraciones in situ, un 42,85 % son incineraciones en urna y el 26,98% las cenizas son depositadas directamente en la oquedad, sin urna cineraria.
Otra singularidad de Cabezo Lucero son los túmulos rectangulares, hoy ruinosos, que eran coronados con figuras animales de carácter sagrado que tenían la misión de guardar los restos del difunto y proteger el lugar sagrado. Además de en este yacimiento, los túmulos sólo se han encontrado en otras dos necrópolis ibéricas de la provincia de Valencia: Corral de Saus y Las Peñas. La estructura F se ha identificado con un ara de cremación. Lo normal son necrópolis menos elaboradas, como la de la Serreta (Alcoy), donde se aprovecharon los huecos de la roca para depositar las urnas.
En Cabezo Lucero los ajuares también muestran lo notable de este yacimiento, más que por su riqueza por ser la necrópolis ibérica donde más porcentaje de tumbas contiene armas. Más de la mitad de las tumbas estaban acompañadas de elementos militares, superando con mucho a otras necrópolis iberas. La falcata, la lanza, el puñal o el soliferrum aparecen en muchas de las incineraciones. Destaca la tumba 75, donde además del armamento ofensivo aparecieron grebas y un disco de escudo o de coraza, siendo la única ofrenda con elementos nobles de la panoplia defensiva, lo que hace pensar en un individuo con un especial ascendente sobre la comunidad. |