La mina de La Mora encantada, cercana al pueblo de Torrejoncillo del Rey, es una de las minas romanas de lapis specularis o yeso especular más importante de las que se conocen en la provincia de Cuenca. Es el mayor minado del complejo minero con un kilómetro de desarrollo interior (1.089 m.) Su ámbito subterráneo es hoy día accesible y cuenta con tres niveles o pisos de explotación.
El nivel inferior de la mina, se desarrolla por debajo del freático del cercano río Cigüela, con lo que en invierno sus galerías más profundas suelen estar inundadas y cubiertas por las aguas. Sin duda, su explotación en época romana, debió necesitar de algún sistema de evacuación y achique del agua para poder continuar trabajando en profundidad y evitar que se anegaran las instalaciones y zonas de laboreo minero.
Generalmente, la profundidad de este tipo de minas es somera, sin superar los 30 m medidos desde superficie. Las galerías son generalmente de sección reducida, con frecuencia menor de 1 m², aunque es muy habitual localizar cámaras que, en ocasiones, llegan a tener varios metros de altura.
En el exterior de la mina, se sitúan dos pozos mineros de extracción y un acceso en plano inclinado con peldaños por los que los mineros romanos accedían al interior del minal. Al igual que otros minados, su área inmediata cuenta con los restos arqueológicos de un "centro de procesamiento" y almacenamiento del mineral, así como con una zona metalúrgica, donde se preparaba, reparaba y se ponía a punto el instrumental metálico necesario para el trabajo en la mina. Los restos de una serie de hornos de cocción de yeso, ya de época moderna y contemporánea, evidencian el tratamiento al que también en época romana se sometía al yeso para la obtención de yeso de fragua y escayolas, como subproducto de la producción minera del espejuelo.
El registro arqueológico asociado a la mina, establece una cronología de actividad del siglo I y II de nuestra Era, donde entre los restos materiales más destacables se encuentran cerámicas terra sigillatas, junto con abundantes restos anfóricos y grandes dolias, además de la habitual cerámica común, así como escombreras de estériles de espejuelo, con placas trabajadas de lapis specularis que muestran signos de haber sido seccionadas y cortadas con sierra. La explotación se abandonó a lo largo del siglo II d.C. Desde esta época hasta nuestros días, no se realizaron trabajos extractivos en ella, salvo quizá alguna explotación puntual y limitada. De este modo, el minado romano se mantiene prácticamente intacto, tal como fue abandonado, localizándose numerosos indicios y registros que permiten hoy en día interpretar el modo en que su laboreo se llevó a cabo.
La mina romana de La Mora Encantada, cuenta actualmente con dos pozos de extracción de 27 m y 17 m de profundidad, ambos de sección rectangular. El mayor de ellos, tiene instalado en superficie una reproducción histórica a escala real de un torno minero realizado en madera de pino, replica de un original romano de las minas de Aljustrel (Portugal), que sirve como ficticio de época para recrear arqueológicamente el sistema de extracción de mineral mediante el uso de tornos y poleas. El segundo pozo, más pequeño, mantiene su morfología romana y se ha habilitado actualmente, también por seguridad, como posible salida de emergencia. |