LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

MATALLANA

La finca Coto Bajo de Matallana posee un rico patrimonio arqueológico con más de 4.500 años de historia que está sacado a la luz una decena de yacimientos de época prehistórica, romana, visigoda, medieval y moderna. Aquí presentamos aquellos más antiguos hasta la fecha.

El Casetón de la era I
Calcolítico, 2.500 a.C. y Edad del Bronce, 1.600 – 1.200 a.C. Situado a unos 350 m al noreste del monasterio, en la parcela de secano situada a la derecha de la entrada de la finca, donde se alza el palomar de barro. Descubierto a partir de fotografías aéreas que revelaban la existencia en el lugar de un gran recinto delimitado por tres fosos concéntricos se viene excavando en él desde el año 2.006.

Se trata de una aldea de la Edad del Cobre (2.500 a.C.) formada por cabañas de planta circular construidas con troncos y ramas revestidas de barro y cubiertas con tejado hecho con paja o ramajes. Las excavaciones arqueológicas han permitido la recuperación de gran cantidad de restos que indican que sus habitantes eran conocedores de la tecnología cerámica y metalúrgica y que practicaban una economía mixta basada en el cultivo de trigo y cebada y la cría de vacas, ovejas y cerdos.

En un momento avanzado de la vida del poblado el lugar será "monumentalizado" mediante una gran obra comunitaria consistente en la excavación de un recinto circular, de unos 140 m de diámetro, delimitado por tres fosos concéntricos. Tras casi mil años de abandono el lugar volverá a ser ocupado por gentes de la Edad del Bronce (1.600 – 1.200 a.C.) que dejaron en el sitio numerosos hoyos excavados en el terreno, algunos empleados como hornos, otros rellenos con desperdicios domésticos e incluso, algunos depositarios de restos de animales domésticos presuntamente sacrificados en ofrenda a sus divinidades

Necrópolis de Prado de Guadaña
Épocas romana, siglos I – V d.C.; visigoda, siglos VI a VIII; medieval, siglos IX – XIII. Junto a la tapia norte del monasterio se localiza el yacimiento de Prado de Guadaña, excavado entre los años 2.004 y 2.006. Posee una larga trayectoria temporal con restos de diferentes épocas.

Al momento más antiguo pertenecen las cimentaciones de un edificio romano que parece haber formado parte de las instalaciones agropecuarias de la villa situada en la parcela vecina conocida como Picón entre Caminos (lugar todavía sin excavar).

Abandonado en el siglo V, el solar del edificio fue utilizado un tiempo después como cementerio por una comunidad de campesinos hispano-visigodos (siglos VI – VIII d.C.). Durante esta fase se documentan tumbas consistentes en una fosa excavada en el suelo y cubierta con lajas de piedra caliza. Los difuntos, por lo general, se entierran acompañados por ofrendas líquidas contenidas en jarritos cerámicos, herramientas que utilizaron en su vida diaria o pequeños adornos personales como anillos o pendientes.

En un momento posterior, hacia los siglos IX o X, se observa un cambio en los rituales funerarios. Ahora los adultos y niños son enterrados en tumbas consistentes en una caja construida con lajas de piedra y se pierde la costumbre de enterrar a los muertos con ofrendas u objetos de adorno personal. Por su parte, los recién nacidos son enterrados en pequeñas tumbas construidas con dos tejas, una sirve de base para el pequeño y con la otra se cubre el enterramiento.

Este nuevo cementerio daría servicio a las gentes de la aldea de Mataplana, lugar citado en documentos del siglo XII, sobre el que se fundaría, hacia 1.185, el monasterio cisterciense de Santa María de Mataplana.