LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

EL JULAN

Sin duda, en la isla de El Hierro destaca el conjunto arqueológico de El Julan, en la vertiente meridional de la isla, donde, asociados a las estaciones rupestres de Los Letreros y Los Números, aparecen numerosas aras de sacrificio (construcciones de forma troncocónica en cuyo interior se hallan restos de animales calcinados y cenizas junto a industria lítica y cerámica), cuevas de enterramiento, un tagoror (lugar de asamblea o reunión donde, según las fuentes, se administraba justicia), concheros y taros (construcciones como abrigos pastoriles o atalayas), además de apartaderos de ganado, cuevas y abrigos denominados juaclos, utilizados como refugios por los pastores y para guardar el ganado, y construcciones de piedra de planta circular interpretadas como cabañas.

La isla de El Hierro cuenta con un impresionante conjunto de inscripciones, repartidas en distintas estaciones rupestres, cuyo número se incrementa constantemente. Las más importantes en cuanto a la cantidad de grabados son las estaciones de Los Letreros y Los Números en El Julan, descubiertas en el siglo XIX, al igual que las de los barrancos de La Candia, La Caleta y Tejeleita. En los paneles, distribuidos en coladas y bloques basálticos, o en cornisas de cuevas naturales, destaca una enorme variedad de motivos geométricos (circuliformes y espirales fundamentalmente) asociados a alfabetiformes líbicos. Estos caracteres se repiten, entre otras, en la Cueva del Letime o del Agua y en un tablón funerario de madera de sabina aparecido en la necrópolis del Hoyo de Los Muertos, sobre el que aparece una inscripción líbica, ejemplo único, hasta el momento, en el archipiélago.

En cuanto a los grabados rupestres de El Julan, fueron descubiertos en 1873 por Aquilino Padrón. Desde entonces, El Julan ha ocupado una posición central en la literatura arqueológica canaria. La Zona Arqueológica la integran dos conjuntos rupestres, concheros (grandes acumulaciones de restos de moluscos, fruto de las prácticas alimenticias de las sociedades indígenas), aras de sacrificio (espacios dedicados a prácticas rituales) y cuevas de habitación y de enterramiento.

El sitio rupestre está integrado por dos coladas lávicas, localizándose los grabados en sus dos bordes. El primer conjunto, Los Letreros, es el más largo y sus paneles presentan mayores dimensiones y complejidad. Está integrado por 69 paneles con grabados. Este conjunto se emplaza próximo a un tagoror, una estructura elaborada en piedra seca que fue empleada por los indígenas como lugar de reunión para la celebración de consejos. El segundo conjunto, Los Números, se localiza a unos 500 m al Norte del anterior y está integrado por 37 paneles. Recientemente se han localizado dentro de la misma zona de El Julan otra serie de grabados que vienen a añadir más relevancia al yacimiento.

Los motivos rupestres, realizados en su mayoría mediante el picado, incluyen: inscripciones alfabéticas líbico-bereberes y, sobre todo, grabados geométricos (círculos aislados, partidos por uno o más diámetros o tangentes, trazos sinuosos, herraduras, etc.) Los motivos geométricos forman, generalmente, paneles muy complejos, algunos de varios metros de largo, y presentan afinidades con otros ejemplos documentados en el Atlas africano. Algunos investigadores proponen una fecha en torno a mediados del Primer Milenio a.n.e. como la época en que fueron realizadas las inscripciones líbico-bereberes de El Hierro, que presentan paralelismos con las documentadas en el norte de Argelia y Túnez.

El Luján cuenta también con un interesante conchero. Se llama de esta forma a las montañas de lapas que dejaban los antiguos canarios en algunos lugares. No parece que tuvieran una intención religiosa. Solo eran las conchas de los moluscos (lapas, burgados, etc.) que se comían y las dejaban ahí tiradas. Este descubrimiento fue muy interesante, porque permitió saber que estas poblaciones se alimentaban también de mariscos. Esto era algo que no se dice en las crónicas de conquista.

En los últimos años también se han localizado aras de sacrificio en la zona, lo que parece indicar que esto era un lugar mágico. Se tratan de altares donde se sacrificaban a los animales para solicitar a los dioses cosas como la lluvia, paz, etc. Una vez hecha la ceremonia los restos eran incinerados con una hoguera en el mismo altar.