LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

GADIR

La ciudad de Gadir es uno de los asentamientos fenicios más antiguos de Occidente. Ya en el primer cuarto del primer milenio a.C. se produjeron las primeras arribadas de tanteo por los fenicios de Tiro, fundando una colonia estable al menos en el siglo IX a.C., frente a los descubrimientos anteriores, fechados entre los siglos VII y VI a.C.

Gadir era una ciudad de geografía particular. En realidad, se trataba de un archipiélago formado por tres islas: las Gadeirai, las "gaditanas". Las dos más occidentales, a las que conocemos por sus nombres griegos de Eritheia y Kothinoussa, estaban unidas por un tómbolo, una barrera arenosa formada por los sedimentos que el río Guadalete depositaba al verterse en el mar. La tercera isla, al este, era la de Antípolis.

El largo tómbolo arenoso permitía a los navíos fondear en cualquiera de sus lados, para protegerse tanto de los fuertes vientos que procedían del mar como de los que soplaban desde tierra. Este puerto privilegiado y la estratégica posición de Gadir, explican la importancia de la ciudad y su temprana fundación.

El yacimiento fenicio se encuentra en el punto más alto de la antigua isla de Erytheia, la menor del antiguo archipiélago gaditano, por lo que se ha convertido en un importante punto de referencia para las diferentes interpretaciones sobre la posible ubicación del asentamiento urbano de Gadir.

Se conservan un total de ocho viviendas distribuidas en dos terrazas y organizadas en torno a dos calles pavimentadas. Todas estas construcciones han sido realizadas principalmente con barro y arcilla. Las casas tenían una forma rectangular y podían tener más de una planta. Cada casa disponía de una cocina dónde destaca el horno tipo "tannur".

Poco sabemos sobre el aspecto de la ciudad, aparte de la presencia de los templos dedicados a la diosa Astarté y a Melkart, el principal dios de Tiro. Los exvotos de este último santuario, en forma de figurillas de bronce, nos hablan de la religiosidad de los marinos fenicios y de su agradecimiento al dios por permitirles navegar en el Extremo Occidente.

Con el paso del tiempo, el fenicio Melkart, señor de Tiro y de Gadir, se fundió con el griego Heracles (el Hércules de los romanos) y siguió reinando con este nombre en el estrecho de Gibraltar, un paisaje que creó con sus propias manos al separar las dos grandes rocas o columnas que llevan su nombre: las Columnas de Hércules.

Junto a los templos, el otro rasgo distintivo de la ciudad era su espléndido fondeadero, el doble puerto natural entre las islas de Eritheia y Kothinoussa. Otras posibles señas de identidad del urbanismo de Gadir han de buscarse por analogía, quizás, en emplazamientos fenicios de la zona, como son Doña Blanca o (ya en el lado oriental del Estrecho) Carteia y su antecedente, el Cerro del Prado. Como en el caso de estos núcleos de la bahía de Cádiz, Gadir habría contado con murallas, torres y puertas monumentales, lo que le habría permitido guarecerse tras las mismas a la hora, por ejemplo, de cambiar de bando durante la segunda guerra púnica, en el año 206 a.C., cuando expulsó a la guarnición cartaginesa y se declaró a favor de Roma.

Además de estos restos fenicios se conservan construcciones de una factoría para la manufactura pesquera romana, con sus piletas para realizar pescado en salazón, de principios del siglo I a.C. a mediados del siglo II d.C. Una de las especialidades era la elaboración de la salsa de pescado garum muy apreciada en todo el imperio romano.