Muy cerca de Oliete, en la ladera de montaña que da sobre el río Martín, encontramos una roca de unos 8 m. de altura de forma cónica. En la pared de la roca que da al río se hallan las pinturas de la Tía Chula. Se encuentran agrupadas en un pequeño espacio sobre la superficie vertical de un mogote rocoso que forma parte de un abrupto conjunto de peñascos.
Las pinturas, de estilo esquemático, cubren un espacio liso de unos 40 cm. de altura y entre 20 y 10 de anchura máxima. El conjunto está formado por cuatro trazos gruesos irregulares de color rojo verticales, cuyas medidas son de 25 cm. de largo de promedio, por un signo formado por tres trazos verticales y otro horizontal que los cierra por su parte superior, que podría denominarse "pectiniforme", un hombrecillo cornudo esquemático a la derecha de los trazos anteriores y dos manchas o signos de apariencia circular, estiliformes o en forma de astro. Todas las pinturas están realizadas sobre la superficie alterada y patinada de la roca de color amarillento. Son de color rojo.
El estudio de las pinturas fue realizado hace unos años por Antonio Beltrán y José Royo. «El conjunto está formado por cuatro trazos gruesos, irregulares, de color rojo, verticales, cuyas medidas son de 25 cm. de largo de promedio (...) y además de ellos por un signo formado por tres cortos trazos verticales y uno horizontal que los cierra por su parte superior (...), un hombrecillo cornudo esquemático a la derecha del espectador de los trazos anteriores y dos manchas o confusos signos de apariencia circular, esteliformes o en forma de astro».
«Es indudable que las pinturas fueron realizadas en dos momentos distintos, con una pequeña variedad en los colores, tal como se distingue en las dos manchas o "astros" y respondiendo a dos técnicas diferentes, una que se valió de pinceles gruesos y gran embebimento de pigmento, tal como aparece en todos los trazos, y otro de pinceladas finas, rápidas y muy regulares, denunciadas por la figura esquemática humana».
El primer signo esteliforme «es un astro o estrella en el que se aprecian ocho lóbulos que dibujan una forma sensiblemente circular».
El segundo signo esteliforme es «muy semejante al signo anterior, aunque más confuso y más defectuosamente delimitado por su peor conservación».
«El conjunto descrito está formado por pinturas esquemáticas que se sitúan cronológica y culturalmente entre el Eneolítico y el Bronce medio».
Justo debajo de las pinturas, un saliente de la roca sugiere un pequeño altar.
A unos 10 metros de distancia se sitúa una roca de formas redondeadas, de unos 3 metros de ancho por unos 2,5 metros de alto, en la que aparecen dos aberturas rectangulares verticales de aproximadamente 1,5 m de alto y 40 cm. de ancho cada una de ellas. La abertura de la derecha atraviesa la roca de parte a parte. La de la izquierda da la impresión de que en alguna época también atravesó la roca, pero que luego quedó rellena de piedras, bien a causa de algún desprendimiento interno, bien porque quien la construyó juzgó que no cumplía las expectativas que se pretendían (sería un intento fallido), bien porque se trata de una ritualización de alguna forma de dualidad (la "puerta" que se abre, que es la de la derecha, y la "puerta" que está cerrada, que es la de la izquierda). Lo primero que salta a la vista es que la roca con dos aberturas aparece dibujada esquemáticamente en el conjunto de las pinturas. Por su significado e importancia, la abertura de la derecha (mirando desde las pinturas) es llamada "la puerta del sol". |