LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

FACTORÍA DE SALAZONES EL MAJUELO

Almuñécar, hacia finales del siglo V a.C. o principios del siglo IV a.C., fundamenta básicamente su economía en la industria del salazón que adquirirá ampliamente fama, como lo demuestran las citas en textos escritos de la antigüedad que hacen referencia a ella alabando sus productos. Así, las primeras menciones que encontramos, recogidas por Ateneo de Neucratis en el año 200 d.C., proceden de Dífilo de Sinope, que vivió en el siglo IV a.C. y nos habla acerca del conocido salazón de Sexi en Hispania. Estrabón, que vivió ya bajo el Imperio de Augusto, en su obra Geografía hace referencia a la ciudad de Sexi. En una de ellas se refiriere a sus salazones, nos dice que Sexi, ciudad fenicia y de la que recibe el nombre el "Salazón Sexitano" se sitúa entre Mainake y Andera, también fenicias. Posiblemente esta información procede de fuentes anteriores a él.

Las primeras noticias que tenemos de la localización de las factorías de salazón, que rodeaban todo el litoral sexitano, nos vienen en el año 1970 Una parte de los restos hallados han sido posteriormente enterrados para la ubicación del actual parque botánico. La factoría se emplaza junto a la ladera oeste del Cerro de San Miguel donde se ubica el casco antiguo de Almuñécar. Distinguimos tres sectores bien diferenciados en la parte que permanece visible en la actualidad. El sector Sur en la antigüedad estaba limitado por un muro que corre en dirección Este a Oeste y limitaba la playa contigua en dicha época. Una puerta, posteriormente bloqueada por un cerramiento de piedra, permitía la comunicación de la factoría al mar. Este sector estaba dedicado a las actividades administrativas y de almacén, pudiéndose observar restos de un conjunto de habitaciones rectangulares, aunque las diversas superposiciones presentan un aspecto de laberinto. Aquí a lo largo de los trabajos arqueológicos se hallaron más de 700 monedas.

El sector central conforma el núcleo principal de la factoría donde se hallan las piletas de salazón en las que se introducían los filetes de pescado en capas entremezcladas con otras de sal. Después de veintiún días el pescado, ya salado, se introducía en grandes ánforas para su transporte y venta por todo el Mediterráneo, especialmente en las ciudades de Cartago, Roma y Corinto.

Las mismas piletas eran utilizadas para la salazón de las carnes de los peces (salsamenta), y para la fabricación de las distintas salsas de pescado, de las cuales la más famosa, y que alcanzaba altísimos precios en la época, era el garum que se utilizaba a modo de condimento potenciador del sabor de casi todos los platos. Estas salsas de pescado se obtenían por la maceración de las vísceras de determinados peces, con carne de pescado desmenuzada y otras pequeñas especies. Dentro de los tanques se batían todos los ingredientes convirtiéndolos en una pasta. Por la acción del calor, el producto quedaba concentrado. Seguidamente se filtraba y se separaba el garum. Los restos sobrantes eran también utilizados, aunque considerados como de menor calidad.

A espaldas del actual puente sobre la factoría, en el sector Norte, se encuentran los restos de un posible gran tempo dedicado a la diosa Minerva. Adosado al muro Sur del templo se observa un canal por el que llegaba el agua dulce del acueducto para el lavado del pescado antes de salarlo. Sobre dicho canal quedan restos de la escalera de acceso de la calle central de la factoría a la ciudad. Bajo la zona del templo se ha documentado la existencia del primer asentamiento fenicio del siglo VIII a.C.

La producción del garum y otras conservas de pescado era la principal actividad económica en Almuñécar. El garum se exportaba por mar, en ánforas puntiagudas de barro, en las que se marcaba su contenido, clase y calidad. El establecimiento de una planta de salazones y de garum obligó a la creación de salinas y talleres de alfarería.

Las investigaciones arqueológicas han puesto de manifiesto que la factoría se inicia hacia final del siglo V a.C., llegando a su apogeo en los siglos I y II d.C., manteniendo un buen grado de producción hasta el siglo IV d.C. en que, como en otras factorías del Mediterráneo, un sector se dedica a pequeño cementerio.

Actualmente parte de la factoría se encuentra enterrada bajo el Parque Botánico El Majuelo, aunque puede contemplarse una amplia extensión de las piletas de salazón y estructuras excavadas en los años 70 y 80.