Se trata del monumento religioso más antiguo de La Rioja. En origen fue un mausoleo romano del siglo III, que se transformó en basílica cristiana en el siglo V, reutilizando elementos arquitectónicos procedentes de la antigua ciudad romana de Tritium Megallum —Tricio la Grande—, que comprendía el actual pueblo de Tricio, Nájera y otras localidades próximas.
Su aspecto actual es muy diferente del que debió presentar la iglesia original, muy modificado por una reestructuración efectuada en el siglo XVIII, en la que exteriormente se ocultó su estructura de tres naves ampliando la altura de las laterales para cubrirla con un tejado a dos aguas y se rodeó su único ábside cuadrado por tres compartimentos, todo ello bajo el mismo tejado que el resto del edificio. Más impactante es la modificación de su aspecto interior, al cubrir todos sus espacios con bóveda de escayola, material que también se utilizó para añadir en gran parte de sus paramentos una decoración muy poco discreta, aunque es justo reconocer que interiormente este desastre resulta original y hasta de una estética más atractiva que la que presentan otros monumentos, restaurados en los últimos tiempos, en los que se han añadido nuevos materiales aún menos "discretos".
Al ser construida la basílica sobre un mausoleo romano del siglo III, quizá motivó que la cabecera esté orientada al oeste. Constaba de tres naves en las que la central era del doble de altura y anchura que las laterales, con cubiertas planas en madera, a dos aguas la central, que disponía de ventanas sobre las laterales. Las naves están separadas por filas de seis columnas de gran grosor formadas por elementos cilíndricos provenientes de algún importante edificio romano próximo, terminados en cinco de ellas mediante capiteles de tipo corintio también reutilizados, y el resto sin capiteles. Estas columnas soportan arcos de tipo visigodo, de muy buena factura en piedra de toba, excepto el del costado norte del presbiterio, donde se conserva un arco romano en piedra arenisca. No conocemos la estructura original del último tramo de las naves, incluida la fachada oriental, porque debido a su mal estado fueron reconstruidos en el siglo pasado. En la actualidad sobre ese último tramo existe un coro al que se accede desde una escalera en la nave sur y las naves laterales están cerradas por muros formando dos compartimentos a los que se accede por una puerta desde el exterior en el del costado norte y otra hacia la nave central en el del lado sur. Existen noticias históricas de una cripta debajo de la cabecera, de la que apareció en las últimas excavaciones un pasadizo de unos siete metros que comienza en la nave central y acaba bajo el ábside en un compartimento circular, todo ello a más de cuatro metros de profundidad respecto a la altura actual del suelo.
Originalmente la cabecera estaba formada únicamente por un ábside cuadrado, construido sobre un mausoleo romano del siglo III, que también ocupaba parte del actual presbiterio. Este ábside originalmente estaba cubierto por una cúpula sobre pechinas en toba que se apoyaría sobre arquillos, hoy cubiertos por la decoración barroca, y tenía sus tres muros recubiertos de pinturas, de las que se conservan, repintadas posteriormente, las de la parte inferior a base de motivos geométricos en rojo. Fue modificado en el siglo XIII, cuando se abrió una hornacina en el muro del testero. También en esa época se sustituyeron las pinturas que existían en la parte superior de los tres muros por las románicas de que aún se conservan. Además, en el siglo XVIII se le rodeó por tres compartimentos, se abrieron puertas hacia los dos laterales y se amplió el arco de acceso, para lo que parece ser que se desmontó un friso formado por cuatro bloques de piedra arenisca que aparecieron en las últimas excavaciones.
Bajo el suelo de las basílica se descubrieron enterramientos de tumbas paleocristianas de los siglos V y VI, algunos sarcófagos romanos de los siglos I al III d.C. reutilizados y otros medievales; además de estelas funerarias romanas y otra paleocristiana. En la cabecera se conservan restos de las pinturas románicas de finales del siglo XII, repintadas sobre las originales paleocristianas del siglo V. |