Se trata de una cavidad artificial excavada en la roca arenisca. Se localiza al norte del pueblo en el paraje denominado El Royo. La boca del habitáculo rupestre se abre a unos 10 m sobre el nivel de base del cantil, en la repisa de la parte superior del talud. La entrada tiene forma de arco irregular, con vanos circulares a ambos lados; sobre el arco hay otra ventana irregular, abierta aprovechando una diaclasa. La planta se organiza en torno a un espacio central con una altura media de 2 m, alrededor del que se ha excavado radialmente cuatro estancias. La primera por la derecha tiene planta cuadrangular y una puerta con gozne para encajar la hoja de la batiente. La segunda tiene planta rectangular, la tercera es de forma irregular, con un receptáculo al fondo y la cuarta estancia posee forma de trapecio irregular.
El techo de la sala central (o distribuidor) posee una forma cupuliforme. En un punto aproximadamente central de esta bóveda rustica se localiza el grabado de una inscripción realizada mediante incisión profunda, practicando distintos ataques (ductus), quizás ejecutada con el empleo de cincel. Es posible reconocer la letra P que es seccionada por un trazo horizontal a media altura. El grabado tiene unas dimensiones de 31 x 19 cm (aprox.). El estudio del ductus del grabado descarta la posibilidad de que nos encontremos ante un mero capricho de la labor de excavación de la roca. El grabado localizado en un lugar central de este eremitorio con planta de tipo radial, se orienta hacia el oriente. Es decir, la correcta lectura de la inscripción se realiza cuando nos emplazamos mirando hacia el Este.
La cruz monogramática del eremitorio de Peña Castrejón posee un indudable valor histórico. La representación y uso del crismón se vincula con manifestaciones de la iglesia primitiva. Es muy probable que nos encontremos con uno de los primeros crismones del norte peninsular, si descartamos el muy controvertido crismón de vidrio hallado en las ruinas romanas de Retortillo (Cantabria) y atribuido a los siglos IV y V d.C.
La forma y disposición de las cavidades, así como la elección de lugares retirados y solitarios, indican que tal vez nos encontramos con manifestaciones eremíticas de cronología del epigonismo tardoantiguo y/o altomedieval. Tal vez, un límite cronológico pueda ser el periodo plenomedieval (ss. XI-XII) |