Se le conoce como cueva de Tía Isidora porque esta señora era la arrendataria de la finca que está junto al eremitorio a mediados del siglo XX. La cueva fue abierta con la entrada al sur y tuvo algún tipo de estructura anclada a la pared de piedra. La puerta se encuentra aproximadamente a un metro sobre el suelo, probablemente por la erosión del torrente. Está deteriorada y sin forma adecuada y tuvo cierres diversos del tipo de ranuras y de quicialeras, muy probablemente, correspondientes a dos épocas distintas. El cierre de quicialeras es un sistema rudimentario, pero eficaz, donde las hojas de las puertas giran sobre una especie de platillo colocado en el umbral, donde entra el gozne (macho o bullón) inferior de la puerta, mientras el superior entra en un hueco practicado sobre el dintel. El interior es una iglesia pequeña, de unos siete metros de largo por tres metros de ancho, planta rectangular, y orientación este a oeste. La altura llega a 2,50 m. Su planta la integran tres marcados espacios que se alinean de oeste a este: trasera, nave única y cabecera simple.
La parte trasera se identifica gracias a un estrechamiento —donde posiblemente se ubicó una arquería de cierre con uno o dos arcos— y a su menor altura con relación a la nave. Tuvo tres arcos ciegos, de los que apenas quedan los arranques, pero que articulan y decoran los muros. La puerta exterior abre directamente a una nave muy corta con bóveda de cañón fajonada. De nuevo se perfilan dos arcos laterales ciegos que tienden hacia el medio punto, uno sobre la puerta y otro frente a ella.
A través de dos potentes pilastras laterales sobre las que se sustentaban dos gruesos arcos que, posiblemente, contaban con un soporte central hoy desaparecido, se accede a la pequeña cabecera del templo. Nos encontraríamos así que el paso a la cabecera se efectuaría a través de un doble arco. No es frecuente pero tampoco imposible. La cabecera está elevada respecto a la nave y su hueco es más estrecho que el de esta. Su altura también es menor y la planta es cuadrada. Tuvo dos arcos en los muros laterales, del tipo de los que se advierten en el resto de la iglesia, apenas perfilados, mientras que un tercero enmarcaba el altar de nicho en arco de medio punto, irregular y deteriorado. Medirá cerca de metro y medio. No se aprecian vanos de iluminación, tal vez por las reducidas dimensiones de la iglesia, para la que pudo ser suficiente con un cerramiento no opaco de la puerta de ingreso, ayudado por la iluminación de las lámparas del templo. Por distintos sectores de la cueva se observan cruces incisas en los muros, varias de ellas tienen aspecto antiguo, siendo especialmente claras las de ingreso a la cabecera, latinas, de doble trazo y triangulándose en los extremos. Otras pueden ser modernas.
Su cronología es controvertida, para algunos investigadores su origen sería de época visigótica, otros consideran al fenómeno eremítico propio de los primeros momentos de la repoblación y sitúan su origen a principios del siglo IX. |