El Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera lo conforma los Dólmenes de Menga, Viera y El Romeral en Antequera, Málaga, y es considerado como uno de los mejores y más conocidos exponentes del megalitismo europeo. Los megalitos constituyen las primeras formas de arquitectura monumental en la Prehistoria europea, desarrollándose, de acuerdo con los datos actualmente disponibles, desde comienzos del V milenio antes de nuestra era, período Neolítico, hace unos 6.500 años.
Diversas teorías y opiniones tratan de explicar el cómo y el porqué de estas construcciones sin tener los adelantos técnicos que hoy poseemos ni el conocimiento de la rueda. Se ha descartado la división social del trabajo, hecho que se produce mucho después del megalitismo y la arqueología ha demostrado que los trabajos de construcción de una tumba se iniciaban con la realización de ofrenda y sacrificios antes de cualquier construcción funeraria o de población. Decidido el lugar, se procedería a iniciar la retirada de tierra hasta llegar a la base rocosa; después se excavaría una zanja alrededor de la que se colocarían los ortostatos verticalmente. Las grandes piedras empleadas en Menga serían de calcarenita de los alrededores. Según parece se utilizaron picos y hachas junto con la acción de calentar la superficie de la piedra con grandes hogueras hasta alcanzar elevadas temperaturas para a continuación enfriarlas con agua, lo que provocaría grietas y fisuras que agrandarían con las herramientas. Hay quienes opinan que se podrían haber construido raíles de madera engrasados con grasa animal para facilitar el deslizamiento y unos rodillos.
Los monolitos del Dolmen que conforman las paredes se alineaban en la zanja excavada en el suelo, levantándose por medio de un sistema combinado de palancas y cuerdas o bien se deslizarían por planos inclinados o rampas, hasta caer inclinados en el surco. A continuación se rellenaba con tierra el interior y se creaba una rampa, por la cual se arrastraban las enormes piedras que forman la cubierta. El último paso sería la retirada de la tierra que ocupa el interior del sepulcro, una vez que ha cumplido su función constructiva. |