Se trata de uno de los dolmens más destacados del noroeste peninsular. Y es que en 1933 se documentaron en él unas de las primeras pinturas megalíticas de la Europa atlántica. Las pinturas cubrían prácticamente todo el interior del monumento. Los diseños son geométricos, principalmente líneas onduladas en vertical y horizontal y también algunos círculos concéntricos y triángulos en rojo y negro sobre base blanca. De sus pinturas, desgraciadamente, apenas quedan vestigios. En su estudio, Leisner comprueba que en la parte interna de todos los ortostatos de la cámara y del corredor se encuentran dibujos en los que pueden observarse tres zonas claramente diferenciadas, con un friso decorado en negro en su tercio interior, que separa dos áreas, una superior y otra inferior, en las que predomina el color rojo.

El Dolmen de Pedra Cuberta ha sufrido el espolio de sus megalitos a los largo de sus entre 5000 o 6000 años de historia. Hoy día carece de la losa que cubría la cámara principal y tampoco podemos ver sus pinturas rupestres, ya desaparecidas en la actualidad. Su forma fue alterada en el siglo XX con dinamita. Conserva la losa del corredor y las lajas verticales que conforman cámara y corredor.