La Mina de Recesindes forma parte de una necrópolis de tres mámoas, de un campo de mámoas que se extiende entre ésta de Carantoña y la de Calo al sur de la Pena Forcada. El dolmen, que data del 4.000 o 3.000 a.C., presenta cámara y un posible corredor hacia el este, del que se conserva uno de los ortostatos acostado en el suelo.
Conserva parte de la mámoa, pero lo más llamativo es el dolmen, que es del tipo poligonal, casi circular. Las lajas verticales de la cámara están magníficamente trabajadas para no dejar ningún hueco en la unión entre ellas e incluso se observa como en la parte superior están regularizadas para poder encajar perfectamente la losa de cubrición, de la cual no quedan vestigios en la actualidad. La cámara tiene hoy seis ortostatos verticales de los once totales que tendría en su momento.
Como escribe Xosé María Lema (2006), este lugar permite entender muy bien cómo se integra el dolmen en la mámoa, con las piedras bien trabajadas y encajadas entre sí. La cámara estaba bastante enterrada en el túmulo, ya que desde la parte superior hasta la piedra hay prácticamente un metro.
Se trata de una mámoa saqueada, ya que en 1936 fue objeto de excavaciones clandestinas realizadas por buscadores de tesoros. Estos buscadores, según un vecino, encontraron 2 machados de piedra y una cazuela. |