LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

DOLMEN DE LAS ARNILLAS

El dolmen está situado en la parte alta de una zona de paramera, en un lugar desde donde tiene vista hacia las otras colinas y que abarca una amplia panorámica. Está orientado al sol naciente. Es un lugar deliberadamente escogido para ver y, sobre todo, ser visto, un lugar de prestigio. Tiene estructura de sepulcro de corredor, es decir es una tumba de túmulo que contiene en su centro una cámara funeraria más bien poligonal a la que se accede mediante un corredor que salva la distancia entre la cámara, que está bajo el túmulo, y la parte exterior de éste. Así como el corredor tiene unas grandes losas de piedra como cobertura, los llamados ortostatos, la cámara sin embargo no presenta cubierta pétrea, por lo que debió tener algún tipo de techumbre de madera u otro material que no ha dejado registro arqueológico. Estos sepulcros, si la cubierta de tierra no se ha desgastado, en el paisaje se ven como un montículo circular, no siempre distinguibles de las formaciones naturales.

El sepulcro fue excavado en los años 80 por Gabriel Delibes, arqueólogo hijo del famoso escritor. Según parece el descubrimiento ocurrió gracias a la notificación de un lugareño que decía que había unas piedras que tenían aspecto de ser algo como una tumba. En la excavación se hallaron los esqueletos de más de una cincuentena de personas, la mayoría masculinas y con exclusión de niños, junto a ellos y en lugar relativamente aparte se encontraron trece cabezas agrupadas. El ajuar es relativamente sencillo compuesto por utensilios de piedra, hachas, puntas de flecha, de sílex sobre todo, pero también alguna cerámica y un excepcional cuchillo tallado de un fémur humano, quizás de uso ritual. Otras peculiaridades que presenta la tumba es el hecho de haber sido pintados los cadáveres con ocre, y el haberse encontrado dentro puntos de fuego. También es notoria la peculiaridad de presentar algunos de los cráneos trepanaciones no causadas por patologías previas.

Es interesante señalar que la tumba fue utilizada sucesivamente durante casi un milenio, ya que se piensa que su construcción puede datarse de entorno al 3.500 a.C. y muestra signos de haber seguido siendo usada hasta por lo menos el 2.600 aC. Los seres humanos allí depositados lo fueron como lugar de primer enterramiento, es decir, no se enterraron sólo sus huesos; sí que los huesos de los anteriores ocupantes probablemente se recogían o amontonaban cada vez que se enterraba un nuevo muerto reciente, y se les enterraba con ajuar, bien que modesto, aunque entre este ajuar se encuentren objetos como conchas marinas que denotan algún tipo de comercio o intercambio de largo recorrido.