LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CUEVAS DE LAÑO

Está en el Condado de Treviño, a 114 kilómetros al norte de Burgos. Se trata de cuevas artificiales, excavadas en la roca por el hombre. La finalidad es la de eremitorios, que se entienden dentro del desarrollo que alcanzó en el alto medievo la vida eremítica, sin poder precisar cronología. Se encuentran en un desmonte denominado «las Gobas», goba en euskera es cueva, donde se encuentran 13 cuevas, y —enfrente— en las cuevas de Santocaria (Santa Leocadia, virgen hispanovisigoda) donde se encuentran 18 cuevas. En dos de las cuevas se puede ver bien diferenciado un espacio oriental destinado al santuario y en el lado contrario la celda del eremita, así como sepulturas excavadas en el suelo. Incluso se aprecia en un caso cómo en el techo se talla una especie de resaltes, como si fueran arcos de refuerzo o fajones. También se ve en la piedra que serviría de altar el hueco de las reliquias. En una de las cuevas hay abundancia de grafitos representando aves y cuadrúpedos, así como algunas líneas epigráficas. No se pueden leer, aunque se aprecian los nombres de los Santos Atanasio y Primitivo.

Estos recintos rupestres fueron habitados en los siglos V y VI por comunidades altomedievales dedicadas a la vida cenobítica. A partir del siglo VII, éstas serían ocupadas y transformadas en viviendas por los pobladores de la zona, en algunos casos se aprecian las camas y bancos fabricados en piedra.

Ya en el siglo IX, abandonadas las cuevas definitivamente, éstas se modificarían para dar cabida a una necrópolis. En una de las cavidades de Santorkaria se conservan una docena de sepulturas de tipo nicho o bañera.

De las 125 cuevas artificiales existentes en Álava, a la que algunos llaman la otra Capadocia, en Santorkaria hay recintos destruidos por el desplome de la pared. Tres de las grutas tienen planta basilical y fueron utilizadas como templos.

Las cuevas de Treviño y los hombres que las excavaron son todavía un misterio. Parece probado que ya en el siglo V vinieron a vivir ermitaños solitarios, después comunidades de monjes que conocieron la conquista musulmana y finalmente, aquí se refugiaron familias de campesinos hasta que las cuevas fueron definitivamente abandonadas para crear los pueblos de la llanura. Pero todavía resultan inexplicables algunas cuevas colgadas en el acantilado a las que sólo se podría acceder con cuerdas o con peligrosas escalas. Tal vez fueron celdas especiales para aislar a monjes castigados o necesitados de un periodo de reflexión en completa soledad o simplemente eran graneros de trigo a salvo de los roedores y de cualquier banda de salteadores. Lo que es seguro es que estos barrancos vivieron una época de actividad sorprendente y febril que no volvió a repetirse jamás.

Algunos textos tomados de S. Andrés Ordax.