LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CUEVA DE PENCHES

La cueva de Penches, de Los Moros o de Barcina es una gruta entre las localidades de Barcina de los Montes y Penches, ambas en Burgos. Dentro se han hallado restos prehistóricos en forma de grabados, petroglifos o zoomórficos. La cueva se localiza en la zona baja de un cortado rocoso, situado a unos 50 m de la confluencia de dos arroyos enclavados en la Sierra de Oña, el Arroyo Pilillas y el Arroyo de Penches, ambos arroyos forman estrechos valles muy encajados en la roca caliza que caracterizan este sector de la sierra. La cavidad tiene un recorrido de 130 m y consta de tres galerías. Los grabados se encuentran en la galería superior a unos 40m de la entrada.

Se trata de una abertura de poco más de 170 m ensanchada por efecto de la erosión de las escorrentías sobre la piedra caliza. La entrada es muy estrecha, y solo se puede acceder al interior arrastrándose. Tras esta angosta entrada, la caverna toma la forma de una estrecha grieta vertical por la cual es a veces difícil avanzar, ya que su anchura oscila entre los cincuenta centímetros y el metro y medio, existiendo algún ensanchamiento de trecho en trecho. La altura de la grieta varía entre los dos y los casi cuatro metros que encontramos en algunos puntos, salvo al final de la cueva, donde se debe avanzar arrastrándose de nuevo hasta que se hace imposible el paso a unos 170 metros de la entrada. La angostura de la cueva hace creer que no pudo ser habitada más que como refugio de circunstancias.

En el suelo se encuentran algunos trozos muy deshechos de cerámica y algunos huesos, al parecer de rumiantes. Las figuras se encuentran a unos 60 u 80 metros de la entrada muy arriba, cerca de las bóvedas y en lugar bastante inaccesible. Su número, al menos las encontradas hasta ahora es de unas cinco o seis. Algunas de ellas están como compenetrándose o superpuestas.

A lo largo del recorrido descrito se encuentran tres grupos de grabados. Los dos primeros se localizan a unos 40 metros de la entrada, donde en la parte superior de los muros hay, uno en frente de otro, dos grupos de cabras grabadas. En cada uno de ellos se observan los contornos de dos figuras de perfil, toscamente representadas. En la pared izquierda la figura inferior carece de cabeza y cuartos traseros, y la superior, de las extremidades. Ambas figuras tienen aproximadamente el mismo tamaño, unos treinta centímetros de longitud. En el muro de la derecha nos encontramos con una figura completa en la parte inferior y la cabeza y el cuello de otra cabra sobre ella, orientada en dirección opuesta. La representación de estas figuras es más detallada que la de sus opuestas, incluyéndose detalles como la barba, la oreja y la cola. Un trazo largo y recto que cruza la figura superior y llega hasta el cuerpo de la inferior, se ha interpretado como un venablo clavado en el animal. Estas figuras son de mayor tamaño que las anteriores, midiendo la cabra inferior unos ochenta centímetros de longitud. Por último, en un ensanchamiento a unos 110 metros de la entrada, se encuentra en la pared de la derecha una quinta cabra grabada y pintada. Es de pequeño tamaño, unos 30 centímetros, y está realizada con trazos más finos y con más detalle que las anteriores. Al grabado del contorno de la figura se le sumaba en determinadas zonas como el cuello o el vientre trazos de pintura negra difuminada, hoy desaparecida.

Además de estas representaciones artísticas, se manifiestan varias marcas en forma de líneas paralelas que fueron clasificadas como de procedencia animal, probablemente de oso de las cavernas y de tejón.

Con respecto a la antigüedad de las representaciones, aunque no existe unanimidad al respecto, la mayor parte de los especialistas consideran que debieron ser realizadas en la última fase del Magdaleniense, que en la Península abarca el periodo comprendido entre el 15.000 y el 9.000 a.C. aproximadamente.

Algunos datos tomados de Mario Pereda.