LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CUEVA DE LA SERRETA

El cañón cárstico de Los Almadenes se abre, entre los términos Cieza y Calasparra, aprovechando una falla tectónica que corta estratos superpuestos de dolomías y calizas masivas. Por él discurre el río Segura a una profundidad media, con respecto a sus riberas, de 70 m., aunque las paredes del mismo llegan a alcanzar en algunos puntos los 120 m. de altura. Todo el entorno se encuentra repleto de cuevas, simas y abrigos rocosos. En el interior de varias de estas oquedades se han hallado manifestaciones de Arte Rupestre Paleolítico, Levantino y Esquemático. La Cueva-Sima de la Serreta se encuentra en la margen izquierda de dicho cañón, abocada al río Segura, en un magnífico paisaje de gran impacto visual y prácticamente inaccesible desde el exterior. La Serreta ha sido testigo mudo del devenir de los grupos humanos que desde la prehistoria y hasta época reciente han ocupado sus entrañas, en diferentes niveles de ocupación cultural pertenecientes al Neolítico, a la Romanización y a la Edad Media Islámica, convirtiéndola en un refugio tardorromano.

Aparecen en la cavidad más de cincuenta figuras de Arte Rupestre repartidas en dos paneles, pertenecientes al Arte Esquemático, que incluye en este caso algunas figuras muy esquemáticas de seres humanos y animales realizadas en trazos rojos y gruesos.

En el primer panel, denominado Panel I, aparecen varias figuras humanas, un ancoriforme, tres cuadrúpedos, dos polilobulados, un cruciforme y otros esquemas humanos. Se trata de dos arqueros persiguiendo a un rebaño de caballos que corre presidido por un semental tal y como se demuestra por la representación de sus atributos.

El segundo panel tiene ciento de salpicaduras de colorante de pequeño y medio tamaño y que seguramente se produjeron durante la realización del primer panel. También aparecieron estas salpicaduras junto a un molino de piedra y a su mano, hallados durante las excavaciones realizadas en la cueva, y usadas para la preparación de los colorantes.

Se han hallado numerosos materiales de época neolítica dentro de la cueva. Se localizaron dos silos colmatados utilizados en origen para el almacén y conservación de cereales, con objetos y dos hogares. Entre los materiales recuperados aparecieron gran cantidad de fragmentos cerámicos incisos e impresos, molinos barquiformes, manos de molinos, un colgante de hueso y gran cantidad de industria lítica.

Pero a pesar de la importancia de las pinturas y de los restos arqueológicos prehistóricos, fue sin duda el hallazgo de restos romanos lo que más impactó durante el proceso de excavación. Se trata de una habitación enlosada con grandes losas de piedra arenisca de formas irregulares. La habitación es de planta rectangular con unas dimensiones de 5 metros de largo por unos 2,5 de ancho. La construcción tenía un zócalo de unos 40 centímetros de alto realizado en piedra sobre el que se levantó un alzado de adobe, es decir, de barro, que una vez caído serviría a la segunda fase de ocupación para aplanarlo y hacer el nuevo suelo sobre las lajas de piedra ya citadas. Este segundo momento de ocupación romana construyó una nueva habitación sobre la anterior de similares dimensiones con un zócalo un poco más estrecho, además construyó una nueva habitación de menores dimensiones junto a la anterior: de 1,5 metros de largo por 1,5 de ancho.

Esta habitación parece que estuvo enlosada de pequeñas lajas de arenisca y también contó con un zócalo de piedra con alzado de adobe.

Las techumbres parece ser que eran de tejas como se deduce por el hallazgo de numerosos fragmentos de ímbrex sobre el suelo. Esto se debe a que los ocupantes de estas casas debían resguardarse tanto del agua que entraba por la boca de la sima como de la que se podía filtrar desde arriba a través de la roca.

Finalmente, el lugar parece que se abandonó de forma voluntaria debido a los escasos materiales hallados en su interior. Antes de su abandono se incendió de forma provocada, pero antes se retiraron los maderos de la techumbre ya que no aparecen grandes restos de carbón.

Por los materiales hallados se desprende que la cueva estuvo habitada desde la segunda mitad del siglo III d.C. hasta los primeros años del siglo IV. Entre los restos hallados destacan dos lucernas completas, una decorada con motivos eróticos y la otra con un delfín y dos peces, un osculatorio de bronce con un ciervo sobre dos aves enfrentadas por el pico, algunas monedas, un cuchillo de hierro, tres elementos médicos de bronce y cerámica común.