LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CUEVA DE EL FORCÓN

La Cueva del Forcón se abre en los impresionantes acantilados calizos de la Peña Montañesa, en su tramo central, sobre la pequeña aldea de San Juan de Toledo y cerca de la cueva de la Espluga de Puyascada. Es una galería de más de 100 metros de longitud que se abre en un gran farallón vertical a casi 7 metros sobre el nivel del suelo pero que, gracias a un escalón natural, se reduce a 4 metros de desnivel.

Se localizaron una serie de trazos digitales realizados sobre la arcilla húmeda de sus paredes y techo, que Baldellou considera verdaderos maccaroni, así como un importante conjunto de grabados e incisiones lineales.

Se distinguen seis conjuntos de grabados diferentes distribuidos en el espacio. Técnicamente se pueden agrupar en tres tipologías diferentes:
1) Maccaroni: realizadas por impresión digital, correspondiente a tres dedos humanos dejando una huella poco profunda de unos 15 mm de ancho.
2) Incisiones realizadas con un útil de punta no muy aguzada y terminación irregular, que deja un surco no muy profundo (en torno a 10 – 12 mm)
3) Incisiones realizadas con un útil de punta fina, que deja un surco de 8 mm e incluso inferior.

En relación a la tipología de las representaciones se trata de grabados lineales no figurativos: no existen figuras con posible identificación, ni hay representaciones de fauna, a excepción de un conjunto de líneas más o menos ondulantes que podrían recordar un posible perfil de équido.

La parte que corresponde a la cabeza está formada por una masa de barro, la línea del dorso estaría realizada por trazo digital apoyándose en un saliente de la roca, a modo de aprovechamiento de un relieve natural, y el cuerpo y las patas quedarían definidas por un conjunto de trazos sin demasiado orden.

La hipótesis que cobra mayor credibilidad es la que defiende la datación paleolítica de los grabados, en especial, de los de tipo maccaroni.

El vestíbulo es un yacimiento funerario que no cobijaría más de seis tumbas, dadas las reducidas dimensiones del espacio (5 m²). Podría tratarse de inhumaciones en cueva —seguramente individuales, tal y como aparecen en el Mediodía francés— con un ajuar compuesto por objetos de adorno, escasa industria lítica y ofrendas de tipo alimentario, atestiguadas por los vasos cerámicos y por los restos óseos de animales. La presencia de carbones y cenizas entre los materiales revueltos puede constituir un vestigio de posibles piras ceremoniales, las cuales no afectarían en nada a los cadáveres, pues ninguno de los restos humanos ni animales presentaba trazas de cremación.

En concreto se recuperaron:
∗ Abundantes cerámica lisa.
∗ Algunos ejemplos de alfarería con decoraciones impresas muy parecidos a los de la Espluga de Puyascada, entre las que tampoco está presente la de tipo cardial.
∗ Fragmentos correspondientes a dos vasos con decoración incisa dispuesta en franjas horizontales, compuestas por triángulos rellenos a base de líneas oblicuas. Uno de los ejemplares presenta junto al borde una banda de pastillas repujadas.
∗ Un hermosos cuchillo de sílex con retoque plano escamoso del Neolítico Final e incluso del Eneolítico o Edad del Cobre.
∗ Piezas en sílex sobre hojas y cuchillos sin retocar.
∗ Varias cuentas de collar discoidales.
∗ Dos cuentas de Dentalia.
∗ Tres punzones en hueso.
∗ Algunos restos romanos muy escasos.
∗ Restos óseos: la mayor parte de los restos pertenecen a mamíferos, con un predominio masivo de las especies domésticas frente a las salvajes. Predominan los huesos de vaca, seguidos por los de oveja y cerdo. En menor cantidad también aparecen restos de gallina, conejo y ciervo. Los 33 restos humanos aparecidos parecen pertenecer a dos homo sapiens adultos.

La Galería elevada se corresponde a la boca secundaria de la cueva que contenía un depósito de tierra estéril. Sin embargo, en una grieta de la pared oriental y escondida bajo una piedra, apareció una interesante pieza de bronce de datación romana. Se trata de un bronce romano, de forma semilunar invertida. Mide 7,5 cm de longitud y posee una anchura de 3 cm en la parte central y un grosor de unos 2 mm. Posiblemente fue una pieza de frontalera o botón central de petral, o bien un colgante de correa grupera (partes importantes del arreo de los caballos romanos) creado en la segunda mitad del siglo II o la primera mitad del siglo III.