La Cueva de El Toro es una cavidad situada en el Paraje Natural de El Torcal (Antequera, provincia de Málaga), a una altitud de 1190 metros sobre el nivel del mar, que contiene un importante yacimiento arqueológico con una ocupación fundamentalmente del Neolítico antiguo y reciente. Muestra una estructura interna con grandes bloques caídos en un momento anterior a la ocupación humana. Durante el primer cuarto del cuarto milenio se produciría un cambio estructural de la misma, posiblemente como resultado de un movimiento tectónico o de un colapso del sistema kárstico. Fruto de ello es el cierre de la entrada primitiva, la configuración de un nuevo acceso, la formación de una sima de 17 metros y la afección del relleno sedimentario en el sector sur.
La cueva de El Toro tiene un alto interés científico, histórico y arqueológico, pues constituye un excelente registro fósil de la historia de los grupos humanos que la habitaron durante la Prehistoria Reciente, convirtiéndola en uno de los ejemplos más cualificados del modelo de ocupación ganadera desarrollado en el territorio andaluz entre finales del VI y primer tercio del IV milenio a.C.
Desde 1977 se han realizado cinco campañas de excavación que han permitido definir una secuencia estratificada de 2,40 metros de profundidad, articulada en cuatro fases: ✱ Fase I, de carácter superficial, donde se han identificado evidencias de la ocupación más reciente de la cueva, en época romana, medieval y moderna. ✱ Fase II, que data del final del III milenio a.C. y se caracteriza por una disminución en la ocupación con menor evidencia de restos materiales y actividades domésticas. La presencia de excrementos de rapaces sugiere una clara reducción de los períodos de habitación en estos momentos. ✱ Fase III, correspondiente al Neolítico reciente, con fecha de 4.250 - 3.950 a.C., se subdivide en Fases IIIB y IIIA, en función de las diferencias en las características de la habitación y, en consecuencia, en la intensidad de la ocupación. La más antigua, subfase IIIB, establecida a partir del último cuarto del V milenio a.C., la caracteriza la dualidad en el uso de la cavidad, resultado de la cohabitación de personas y animales, con un dominio de la oveja sobre la cabra. Igualmente, en este periodo se asiste a un notable aumento de las proporciones relativas de algunas especies cultivadas y a una mayor diversidad de recursos vegetales en explotación, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Entre esta fase y la correspondiente al Neolítico antiguo, se identifica un período de abandono del sitio estimado en torno a los 600 años. ✱ Fase IV, Neolítico antiguo, fechado entre el 5.280 - 4.780 a.C. El conjunto arqueológico incluye restos líticos, óseos y cerámicos, asociada a restos de fauna, fundamentalmente de ovicaprinos, y de semillas de cereales, así como de leguminosas, con predominio de las actividades de carnicería y procesamiento cárnico, junto con evidencias del trabajo de hueso, madera, piel y arcilla. En cuanto a la producción cerámica se define por la diversidad tecnológica aplicada a las decoraciones y, en especial, su asociación recurrente con el almagre. Igualmente, se han documentado prácticas de estabulación del ganado ovicaprino que evidencian una ocupación simultánea de las personas y los animales. Además, es en esta fase de Neolítico antiguo donde se documentó dos conjuntos de material antropológico, que ha permitido demostrar las evidencias más antiguas de canibalismo en el Neolítico antiguo de la península ibérica, así como un cráneo copa que ha sido manipulado y transformado al interior de la cavidad. En este contexto simbólico del Neolítico antiguo, destaca una pieza que, por su contorno y elementos que la conforman, representa la imagen esquematizada de una figura humana femenina, equiparándola con las tradicionalmente denominadas como Venus prehistóricas en su variada tipología. |