La Cueva del Sidrón es la mayor cavidad asturiana de calizas no carboníferas, pero además, el principal interés de esta cueva reside en sus valores biológicos. La cavidad posee, asimismo, un yacimiento prehistórico con algunas pinturas rupestres y han sido encontrados numerosos restos humanos neandertales, el hallazgo más importante de la prehistoria asturiana.
Ubicada en la falda del Sueve, es un complejo kárstico, con diez entradas conocidas que se agrupan en diferentes sectores: el Sector de la Tumba, que incluye la cueva y sumidero de la Tumba; el Sector de la Cabañina, que comprende la cueva y sumidero de la Cabañina y las cuevas del Sidrón; los pozos de Aura y el Sector de Salelagua, con la cueva y resurgencia de Salelagua.
El desarrollo total es de 3.226 metros, y se distribuye en tres niveles: el nivel superior, sin circulación de agua, y compuesto por entradas y galerías fósiles elevadas; el nivel intermedio, se localiza desde la Tumba hasta Salelagua, y está constituido por una galería principal de recorrido sinuoso, con morfología variada y diferentes secciones. Por último, el nivel inferior es sólo accesible en cortos tramos, recorrido por dos cursos de agua entre los sumideros y la resurgencia de Salelagua.
Se le llama "hombre del Sidrón" por los restos fósiles encontrados en 1994 en la cueva del Sidrón, situada entre Vallobal y Cadanes. La cueva se ha convertido en una referencia internacional para estudiar al "homo neanderthalensis" que apareció en Europa hace 230.000 años y se extinguió hace unos 35.000 años, por causas que pueden relacionarse con el aislamiento genético y la disminuida capacidad de los neandertales para enfrentarse a los cambios climáticos.
El "hombre del Sidrón" se considera el hallazgo más importante de la prehistoria asturiana, equiparable a los descubrimientos de Atapuerca (Burgos). La última investigación señala que aquel robusto habitante de las laderas del Sueve hace 43.000 años tenía la misma predisposición para hablar que nosotros mismos, descendientes del "homo sapiens". A partir de los restos óseos de dos individuos masculinos hallados en la cueva del Sidrón, se ha recuperado el gen FOXP2, situado en el cromosoma 7. Este gen interviene en la base neuronal de la capacidad del habla. Otro gen recuperado (el MC1R o receptor 1 de la melanocortina) indica que el hombre del Sidrón era roxu, que tenía el cabello entre rubio y rojizo y la piel clara.
Entre los fósiles óseos hallados en el Sidrón figura un sacro, correspondiente a un adolescente y, junto a otros huesos de la cadera ya existentes, permitiría calcular el peso de aquella especie. Se han encontrado también una cabeza de fémur, dos huesos del codo y un fragmento de hueso largo del brazo con marcas de corte, además de un incisivo, trozos de cráneo y de costillas. Más de dos docenas de piezas que ya suponen un tesoro neandertal excepcional. También se han clasificado restos de útiles líticos, junto a los restos óseos, como una punta de tayac que define la cultura musturiense, propia de los neandertales. |