LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CUEVA EIRÓS

La cueva está situada a unos 780 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la ladera norte del monte Penedo, en la sierra de Oribio. Su entrada tiene 2 metros de altura y 3,5 de ancho, pero un pequeño ribazo exterior de fuerte pendiente evidencia que en el pasado fue aún mayor. En la boca de la cueva se encuentra la principal concentración de hallazgos arqueológicos, aunque hay muestras a lo largo de toda su extensión.

Tras los siete primeros metros de recorrido, la cueva se estrecha durante los 15 siguientes, mientras que la altura decrece; termina por desembocar en una gran sala de 15 metros de largo y 5 de altura. En esta gran sala, junto a la galería este, se encuentran los 13 paneles de arte rupestre documentados, que condensan un total de 93 motivos. Al fondo de la sala se abren dos galerías que discurren de manera paralela. La de izquierda (este) desemboca en un lago artificial. La de la derecha (oeste) discurre durante 70 metros antes de hacerse intransitable.

De los 93 motivos de la cueva, la mitad se corresponde con elementos pintados, seguido de los grabados y el uso de relieves naturales de la roca. El descubrimiento de las pinturas supuso la primera toma de contacto con el mundo simbólico de las personas que habitaron esta tierra hace 20.000 años, ya que, hasta el momento, no se había recogido ninguna evidencia.

La mayor concentración pictórica se produce en la Sala Principal o del Mamut, el espacio más amplio de la cavidad con una longitud que alcanza los 15 metros y una altura que llega a los 5 m. En sus paredes se hallan numerosos motivos pintados y grabados a una altura media o baja. Si bien se han localizado figuras en todos los sectores de la sala, la mayoría se concentra en la pared oeste (Paneles I a VI), a la derecha según se accede. Es en este sector donde se disponen los temas y paneles más complejos, con asociaciones de pinturas en negro y grabados, especialmente en el Panel III. Frente a esta pared nos encontramos con el Panel VIII que presenta una gran complejidad en la concepción, distribución y cantidad de grabados, alternando signos con temas geométricos y zoomorfos. Sin embargo, también se han localizado grafismos en diferentes divertículos de la cavidad, así como en la galería sur-sureste, lo que nos indica la amplia dispersión de estas manifestaciones por la cavidad.

En general los motivos son de pequeñas dimensiones, fuertemente condicionados por los espacios y superficies que ofrece la cavidad. En cuanto a temática, destacan a nivel cuantitativo los puntos o trazos de pintura; los trazos finos grabados, aislados o en conjuntos; zoomorfos, tanto pintados como grabados (bóvidos y posibles cérvidos, équidos y carnívoros), muchos de ellos incompletos (representaciones parciales de líneas cérvico-dorsales, cuartos traseros, etc.); seguidos por la representación de signos. En cuanto a la técnica pictórica sobresale el dominio de la pintura en negro. Con respecto a los grabados destacan los trazos finos y someros, a veces estriados, asociados en algunos casos de manera densa y abigarrada. Finalmente, también se documenta el posible empleo de realces naturales de la roca con morfologías que recuerdan a prótomos o siluetas de animales, donde unos puntos o trazos concretos contribuyen a subrayar ciertas partes anatómicas del animal. En general el trazado de las extremidades, cuerpos con rellenos interiores, así como el reducido tamaño de las figuras, parecen apuntar a los momentos finales del Magdaleniense/transición al Epipaleolítico.

Un hallazgo interesante fue un colgante, elaborado a partir de un colmillo de un pequeño carnívoro, que evidencia la presencia humana en el noroeste peninsular desde alrededor de 26.000 años. También se hallaron otras muestras de la industria ósea en los niveles del Paleolítico: del superior se encontró lanza corta decorada, mientras que del Paleolítico medio fueron recuperadas numerosas herramientas líticas en guijarro y cuarcita.