La cavidad se abre en plena ladera del monte ubicado al sur del barrio de Caburrao, desde donde se debe ascender por un tortuoso sendero hasta alcanzar la misma.
Es una cueva de grandes proporciones con un desarrollo de unos 500 metros, posee una gran boca que da acceso a un enorme vestíbulo. En la zona interior posee abundantes coladas y columnas. Alberga un gran yacimiento arqueológico con ocupaciones de todo el Paleolítico Superior (entre 30.000 y 10.000 años). Las manifestaciones rupestres han sido asignadas al Magdaleniense (entre 16.000 y 12.000 años de antigüedad).
La cueva fue descubierta a finales del siglo XIX. El vestíbulo contiene una secuencia del Magdaleniense y un conchero, quizás del Epipaleolítico. En el interior se han hallado materiales de la Prehistoria Reciente e indígeno-romanos. Se han documentado dos paneles con grabados incisos. El primer panel contiene una cierva y la cabeza de una posible segunda cierva, realizadas con trazo único y a gran tamaño. El segundo panel tiene dos antropomorfos, los cuartos traseros de un caballo, una figura de ciervo incompleta, la cabeza y cuello de una cierva con relleno a base de estriado, una cabra y otros motivos lineales. Las figuras son encuadrables en el estilo IV de Leroi-Gourhan (Magdaleniense), destacando la cabeza estriada de cierva con paralelos en piezas de arte mueble del Magdaleniense. |