LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

COVACHO DE EUDOVIGES

El abrigo de Eudoviges, cueva de Eudoviges o covacho de Eudoviges es un yacimiento arqueológico en Alacón (Provincia de Teruel). Posee el excepcional interés de contener en su suelo un depósito arqueológico referible a la más antigua presencia humana controlada hasta hoy, en estratigrafía, en la prehistoria de Aragón. Pertenece a la cultura musteriense, del Paleolítico medio, con datación incluible entre los 50.000 y los 35.000 años a.C.

Se han descubierto herramientas de sílex y huesos de animales, apuntando a su uso como taller y campamento de caza. Asimismo existen pinturas de estilo levantino, mal conservadas, como parte de un conjunto de escenarios en la zona posteriores cronológicamente. De épocas posteriores también se encontraron restos de cerámica del neolítico o la edad del cobre.

En las paredes del covacho se conservan restos de pinturas, manchas de difícil interpretación, dos figuras animales (asnos o toros según las interpretaciones), dos figuras esquemáticas humanas y dos arboriformes que I. Barandiarán propone relacionar con el nivel superficial de la excavación (Edad del Bronce). Serían las más modernas de Alacón.

Algunos fragmentos de cerámica de la Edad del Bronce se concentran en el extremo oeste del yacimiento. La ocupación del abrigo musteriense es más intensa hacia a fuera, bajo la vertical de la visera del abrigo.

La embocadura del covacho está dirigida al Sur, domina desde un alto una amplia barrancada afluente al río Martín y ofrece unas condiciones excelentes de habitabilidad. Sería un lugar de hábitat relativamente continuado donde se tallaban los instrumentos (se procedía sobre todo al retoque, transformando las lascas en utensilios).

. En etapas de clima relativamente atemperado de la última época glaciar (interestadio Würm I-II o Würm II-III) aquel cauce debía de atraer manadas numerosas de vertebrados a cuya caza se dedicaron bandas de neandertales que escogieron como lugar de acampada el covacho de Eudoviges. Esos grupos de cazadores tallaban y retocaban en el mismo abrigo algunos de sus utensilios de sílex, dejando en el suelo una amplia representación de su instrumental.

El paquete estratigráfico acumulado en el covacho alcanza un espesor máximo de 90 cm. en el que se han distinguido hasta diez horizontes o niveles: en su desarrollo se aprecia una dinámica relativa en la tipología de los instrumentos que contiene, dentro todos de la cultura musteriense (facies Quina, o "charentiense nolevallois").

Se recogieron en las excavaciones 670 útiles diversos de sílex, además de medio centenar de núcleos y de casi diez mil lascas y elementos menores: producto todo ello de esas actividades de taller (desbaste, talla y retoque). Más del 60 % de los utensilios recuperados son raederas (51 %) y lascas con bordes denticulados, que debieron de emplearse en el descuartizado y troceo de las piezas cazadas o en el recorte y trabajo de la madera; las "puntas musterienses", seguramente empleadas como puntas de venablo arrojadizo, suponen el 5 % del efectivo instrumental.

Las adversas condiciones químicas del suelo han destruido la mayor parte de los huesos que se acumularían en el lugar como residuo de las comidas de aquellos hombres prehistóricos. Excepcionalmente se han podido determinar evidencias de un rinoceronte de clima atemperado (Dicerorhinus kirchbergensis, también llamado rinoceronte de Merck, o quizá Dicerorhinus hemitoechus), de un caballo de aspecto arcaico, y de un cérvido (probablemente gamo), datables a partir del Pleistoceno medio avanzado o ya dentro del Pleistoceno superior.

Aparte del depósito musteriense, en la superficie del covacho se hallaron algunas cerámicas referibles a una presencia esporádica de gentes en el Neolítico avanzado o en los inicios de la Edad del Bronce.

Fue excavado en 1969-1970 por Ignacio Barandiarán, de la Universidad de Zaragoza.