LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CLUNIA SULPICIA

La Colonia Clunia Sulpicia es una ciudad romana situada entre las localidades de Coruña del Conde y Peñalba de Castro, en el sur de la provincia de Burgos. Se trató de una de las ciudades más importantes de la mitad norte de Hispania y fue la capital de un convento jurídico de la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, el denominado Conventus Cluniensis. Clunia es un topónimo de origen arévaco.

La ciudad de Clunia se fundó en un cerro a poca distancia de un asentamiento celtíbero denominado Cluniaco o Kolounioukou, perteneciente a los arévacos, una tribu prerromana que pertenecía a la familia de los celtíberos. En Clunia, el político y militar romano Quinto Sertorio resistió durante 20 años a Pompeyo, quien destruyó lo que existía de la ciudad en el año 72 a.C.

La ciudad fue fundada ex novo en la época del emperador Tiberio. Primero se le concedió el rango de municipium. Adquirió el rango de colonia romana y el epíteto de Sulpicia tras autoproclamarse emperador en ella el general Sulpicio Galba, quien se refugió aquí durante la revolución antineroniana; allí tuvo noticia de la muerte de Nerón y de que había sido elegido emperador. La cristalización del status de colonia se debió al emperador Vespasiano. En esos días Clunia fue la capital del Imperio.

El esplendor de la ciudad romana de Clunia se extendió durante los siglos I y II de nuestra era. Durante su máximo apogeo se calcula que la ciudad de llegó a tener alrededor de 30.000 habitantes. Su economía en el siglo I d.C. se basaba en la ganadería y la agricultura entre otros.

Durante el siglo III se produce una despoblación paulatina del núcleo urbano, en relación con la crisis del siglo III y la incipiente decadencia del Imperio romano de Occidente. Resulta evidente la existencia de incursiones bárbaras en Clunia. De hecho, está constatado que, a finales del siglo III, la ciudad fue incendiada por pueblos bárbaros, en concreto, por los franco-alamanes. Esto contribuyó a la inexorable decadencia de la ciudad. No obstante, no parece que se diese una destrucción violenta y generalizada; en todo caso preludia el final de la influencia cultural romana en la ciudad y su entorno.

En plena conquista de la Hispania visigoda por parte de los musulmanes, la ciudad y su entorno fueron conquistadas por las tropas del general bereber ?ariq ibn Ziyad sobre el año 713. Más tarde, los cristianos la repoblaron en 912 y emplazaron su ciudad en el lugar que ocupa actualmente Coruña del Conde, localidad donde pueden contemplarse bastantes restos romanos procedentes de la ciudad de Clunia.

Clunia constituye un enclave arqueológico de excepcional interés en el conjunto de la Península Ibérica. Este interés viene determinado por su morfología urbana y por la secuencia cultural de los hallazgos que proporciona. Además, sus ruinas son de las más representativas de todas las que se han hallado de época romana en el Norte de la Península Ibérica. Las excavaciones arqueológicas en el yacimiento comenzaron en 1915 y tienen una extensión que rondaba las 120 hectáreas, por lo que se considera que fue una de las ciudades de mayor tamaño de toda la Hispania romana. Las excavaciones permitieron descubrir un teatro excavado en la roca, varias domus con mosaicos, calles, restos de las edificaciones del foro y una gran cloaca, así como importantes hallazgos escultóricos, como una efigie de Isis y un torso de Dioniso, además de una gran cantidad de monedas, restos epigráficos, cerámica romana como la terra sigillata, vidrios, objetos de bronce, etc.

El foro se sitúa en el centro de la ciudad, donde se cruzaban el Cardus Maximus y el Decumanus Maximus. Su planta es rectangular y mide 160 m de longitud por 115 de anchura. Contó con un templo dedicado a Júpiter y un espacio religioso en su lado sur, una basílica en su lado norte y tabernas y espacios porticados en los laterales.

El edificio Flavio es un edificio monumental de planta rectangular con frente en semicírculo y acceso porticado de funcionalidad desconocida. Se encuentra adyacente al foro y sobre él se edificó en el siglo XVII una sencilla ermita, que dañó los yacimientos.

Las llamadas termas de Los Arcos son en realidad dos conjuntos termales independientes. Los Arcos I es de grandes dimensiones y está cubierto de mosaicos algo más simples que los de las casas del foro. También aquí es bien visible el sistema de calefacción de las distintas dependencias termales, el hipocausto. Las dimensiones del conjunto de Los Arcos II son más modestas.

El resto más significativo es el teatro, excavado parcialmente en la roca y que tuvo capacidad para 10.000 espectadores, lo que le convertía en uno de los mayores de su época en Hispania. Tenía la finalidad de servir para la interpretación de actos teatrales del periodo clásico.

En el subsuelo de la ciudad, no visitables por su fragilidad, son muy interesantes los sistemas de abastecimiento de agua. Están formados por varios aljibes con sus correspondientes canalizaciones de toma de agua, construidos aprovechando las grutas naturales que existen en subsuelo calcáreo del espigón sobre el que se levanta la ciudad. En su interior se ha hallado lo que se ha identificado como un santuario priápico.