LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CERRO DEL VILLAR

El yacimiento arqueológico de la ciudad fenicia del Cerro del Villar está situado en una antigua isla en la desembocadura del río Guadalhorce en Málaga. Cerro del Villar es la denominación que recibe actualmente esta zona de la desembocadura del Guadalhorce y que ha dado nombre al yacimiento, pero la definición que usaban los fenicios para llamar a la antigua isla sigue siendo una incógnita.

Fue fundada en el siglo IX a.C. y abandonada posiblemente en el año 584 a.C. Más tarde, a raíz de las violentas inundaciones provocadas por la intensa desforestación llevada a cabo en el territorio, como consecuencia de la transformación del bosque en zona de cultivo y la utilización de grandes cantidades de madera como combustible para la producción de cerámica y de metales, así como para la construcción naval y urbanística.

Las excavaciones arqueológicas han revelado una trama urbana compleja, con una estructura formada por grandes viviendas, con calles porticadas con posibles áreas de mercado, restos de edificaciones portuarias, una posible muralla y un cinturón industrial. Todos ellos rasgos urbanísticos más propios de una ciudad que de una simple colonia.

En su expansión por el Mediterráneo, los fenicios llegaron a la costa malagueña y se establecieron en la desembocadura del Guadalhorce porque se trataba de un lugar estratégico para el comercio marítimo. Además su situación era privilegiada para establecer contactos con el valle y el interior, que también proporcionaba materias primas para los procesos de transformación industrial que se llevaron a cabo en el Cerro del Villar.

Por las inundaciones. La isla no solo se encontraba en el punto que convergencia del río Guadalhorce y el Mediterráneo, sino que su cota máxima sobre el nivel del mar no superaba los dos metros, por lo que estuvo muy expuesta a fenómenos naturales del mar. Incluso un tsunami destruyó el Cerro del Villar hacía el 750 a.C, ya que se ha encontrado fauna y restos de alta mar en las excavaciones de las viviendas. No obstante, la colonia se reconstruyó atrás aquel maremoto y siguió su actividad. El abandono final se debió al deterioro medioambiental de la desembocadura, como la deforestación, la erosión del territorio y las inundaciones del río que convirtieron la antigua isla en un islote en medio de una charca inhóspita de aluviones. Fue entonces cuando la población se mudó a la cercana bahía que ofrecía la ventaja de crear un puerto protegido por montañas y también orientada al tráfico marítimo. Allí fundaron Malaka, término del que deriva el actual denominación de Málaga.