LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CASTRO DE ZARRANZANO

El emplazamiento del poblado del Castro del Zarranzano de la Edad del Hierro, es un ejemplo claro de asentamiento en espigón fluvial. El cerro sobre el que se asienta el Castro tiene forma triangular, discurriendo paralelamente a sus lados mayores, por el Sur, el río Zarranzano, y, al Oeste el Tera, que confluyen al Suroeste del poblado, dirección a la que se orienta también el vértice del mismo. Uno y otro actúan de fosos naturales que coadyuvan a la defensa del asentamiento, elevándose las tierras del otro lado de cada uno de ellos por encima de la cota de los 1080 m. a la que se eleva la altura del Castro. El recinto, cuya superficie total fue evaluada por Taracena en 9000 m² está formado por dos terrazas escalonadas. La más elevada de 4000 m² ocupa la parte septentrional del poblado, repite un patrón de asentamiento típico de los castros sorianos de la serranía norte, en el que priman los aspectos estratégicos y defensivos, conseguidos de forma natural por las abruptas laderas y reforzados de manera artificial.

El costado norte del poblado se halla protegido por una muralla de mampostería en seco formada por materiales de careo natural con una longitud de 105 m aprox. teniendo 5,5 m en su elevación y algo más en su cima, conservándose en una altura de dos metros. Es posible que una gran parte de los materiales de la muralla se emplearan en la construcción de la ermita derruida en su interior, así como en los numerosos encerraderos de ganado.

Son numerosos los restos arqueológicos documentados en las excavaciones arqueológicas realizadas en este Castro, primando sobremanera la cerámica, aunque no faltan objetos líticos, óseos y de madera. La cerámica a mano, de aspecto grosero, tosca, con grandes desgrasante, malos acabados, de formas abiertas, tipo grandes vasijas, o de finos acabados, bruñidos y grafitados, en formas pequeñas como cuencos o cazuelas, ha sido la base para la realización de una tabla de formas cerámicas para la Cultura Castreña soriana. No faltan, así mismo, algunos fragmentos realizados a torno y cocidos en fuego oxidante, de tipo celtibérico, de mala calidad y sin decorar, de escaso valor representativo. Fragmentos de molinos de mano de tipo amigdaloide.

Las excavaciones realizadas por el Profesor Romero Carnicero, sobre todo en la terraza inferior pudieron diferenciar un poblado de la Primera Edad del Hierro con varias ocupaciones que a pesar de su falta de mantenimiento todavía se puede apreciar de la primera ocupación casa rectangular con base de muro de piedra, con hogar y vasar, que fue destruida por un incendio. A esta casa se le superpone otra circular, de 5 m de diámetro interior, con hogar central. Por encima de estas estancias se detectó un nivel de ocupación celtibérica.

Este castro se puede situar entre finales del siglo VI o inicios del siglo V y el siglo IV a.C., según las fechas de obtenidas por C14. Un segundo momento, cuando se levantó la casa circular, tendría lugar hacia mediados del siglo V a.C.