LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CASTRO DE VILLASVIEJAS DEL TAMUJA

Está situado en el Término municipal de Botija, en la provincia de Cáceres. Se trata de un hábitat fortificado de la Segunda Edad del Hierro o Hierro Pleno y atribuido al pueblo Vetón, aunque la ocupación más antigua del yacimiento no corresponde a la época protohistórica, sino que algunos materiales recogidos en superficie evidencian una ocupación prehistórica, posiblemente calcolítica.

El castro de Villasviejas del Tamuja se ha identificado tradicionalmente con la ciudad vetona de Tamusia, levantada durante la II Edad del Hierro, y habitada desde el 400 a.C. hasta el siglo I a.C., para ser abandonada tras la conquista y posterior romanización de la zona. Sin embargo, la riqueza minera de la misma, que propició la fundación del castro como centro de explotación de los yacimientos de plomo argentífero de la comarca, siguió apreciándose en época romana, llevando a la cercana colonia de Norba Caesarina a seguir con su explotación hasta el siglo II d.C., lo cual ha llevado a creer que junto al castro pudo erigirse un posterior recinto romano, siendo por tanto el actual yacimiento arqueológico una dípolis u oppida. En el entorno del castro se sitúan las tres necrópolis de cremación, El Mercadillo, El Romazal I y El Romazal II, que informan de las creencias, organización social e influencias de los pobladores protohistóricos del lugar. Se considera que la primera es la más antigua y presenta restos depositados en urnas, con algunos elementos de ajuar y protegidos a veces por encanchados circulares o cuadrangulares, lo que es un elemento inédito en las necrópolis de Extremadura.

El castro de Villasviejas del Tamuja contó para su defensa con una muralla de la que apenas se conservan lienzos o retazos, si bien los bloques graníticos y pizarras usados en la construcción de la misma fueron reutilizados tardíamente en la construcción de linderos y presas cercanos, así como en los muros de separación de los campos de labor que ocuparon los terrenos del yacimiento. Pueden observarse aún hoy en día restos de muralla conservados en el lado occidental del castro, junto a la ribera del río Tamuja, siendo esta zona la más escarpada y de defensa natural del mismo.

El castro tiene dos recintos amurallados interpretados como independientes, situados en sendas elevaciones del terreno, delimitados en algunos laterales por el curso del río Tamuja que, hundido en la pizarra crea en ocasiones paredes que utilizaron como elemento defensivo y protector del recinto. Estas murallas en algunos puntos están reforzadas con doble hilera de sillares de granito y relleno de piedras. En otros lugares aparecen revocadas en arcilla o su fábrica es de simples lajas de pizarra, colocadas siempre con una maestría tal que cuesta creer que tengan más de dos mil años. La diferencia en el uso de materiales debemos buscarla en la mentalidad de una sociedad aristocrática que busca definirse y mostrar su alto grado de desarrollo por medio de una gran obra realizada por toda la comunidad de cara al exterior, bien al enemigo, bien al visitante. En el punto Sureste de la muralla se localiza un gran Torreón macizo y un tramo de muralla realizada en sillería de granito trabada con arcilla en su paramento exterior y rellena con grandes piedras de granito sin desbastar, pizarras y tierra al interior.

El llamado Recinto amurallado A está situado en una península estratégica y de fácil defensa al estar delimitada por el escarpe del citado río y el desnivel producido por el arroyo del Verraco. La zona llana, protegida por dos grandes fosos, permitía un acceso rápido a los recursos prioritarios, como el agua, los campos de cultivo y la dehesa. El Recinto B se localiza en una pequeña loma al suroeste del anterior. Su forma es cuadrangular, con una pendiente considerable desde la esquina suroeste hacia el flanco norte, que está salvaguardado por el encajonamiento del Tamuja. El resto de flancos, excepto el este, en donde se encuentra también el mencionado arroyo del Verraco, están reforzados por fosos longitudinales tallados en la pizarra natural.

Parece ser que la población fue romanizada, quizás por la época de las guerras Sertorianas ya que han aparecido restos de cerámica romana y otros útiles similares a los aparecidos en el campamento de Cáceres el Viejo. Llegó a tener su propia Ceca y emitir moneda propia.