LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CASTRO DE LANCIA

El Castro de Lancia (en el término municipal de Villasabariego, León, fue una antigua ciudad astur y romana. Se encontraba en una meseta entre los ríos Porma y Esla denominada genéricamente. Actualmente solo se conservan visibles restos de algunas edificaciones.

Los hallazgos arqueológicos en el lugar abarcan desde bifaces del Paleolítico hasta materiales de la Edad media, pasando por diversos restos de la Edad del Bronce, Edad del Hierro etc. Pero sin duda son los asentamientos correspondientes a la época prerromana y sobre todo romana los que mejor definen la zona arqueológica de Lancia. En lo que respecta a la ocupación Prerromana, Lancia es mencionada por Plinio como una de las 22 ciudades pertenecientes a los Satures, y por otras fuentes se señala que es sin duda la ciudad Astur más importante. Los restos pertenecientes a esta época se extienden por la amplia superficie, fundamentalmente sobre tres penínsulas que se conocen como «El Pico del Castro», «Valdealbura» y «Socesáreo», en algunos casos el espacio que también ocupó la ciudad romana.

Las fases de la Segunda Edad del Hierro están representadas en el yacimiento por restos de fondos de viviendas construidas con postes hincados, con hogares y hornos domésticos, así como por algunos restos de construcciones de adobe, pertenecientes todos ellos a los siglos II y I a.C. Constan de un conjunto todavía pequeño de suelos de tierra pisada, cubetas excavadas en el substrato arcilloso y rellenas de ceniza, áreas de fuegos, hogares, hoyos de poste, etc., que responden a los residuos de un área de hábitat, donde se localizan a la sazón, vestigios óseos y cerámicos que pertenecen a esta fase cultural de marcado acento centromeseteño y, por lo tanto, emparentados con las culturas celtiberizadas.

Acerca de la Ciudad Romana, si bien se extiende por buena parte del cerro, los restos hasta la fecha exhumados se localizan en el pago denominado "la encrucijada". En esta área es posible observar un gran edificio rectangular, de 37 m. de largo por 30 m de ancho, con múltiples dependencias, entre ellas un caldarium y una piscina. Este edificio viene siendo presentado como un edificio termal. Junto a este edificio se han hallado y excavado otros dos, también rectangulares, uno de ellos compartimentado en espacios alargados, que se supone pertenecen a tabernas. Entre los edificios es posible observar además una calle empedrada. En el transcurso de las excavaciones se han podido reconocer diversas remodelaciones, cambios en las estructuras de los edificios, evidenciándose que la ocupación romana del lugar abarca cronológicamente desde avanzado el siglo I, momento más antiguo de los restos romanos, hasta finales del siglo IV.

Las estructuras más importantes se exhumaron debajo de la estancia VIII, según la numeración que Jordá asignara a las termas por él descubiertas, identificada posteriormente como apodyterium. Aquí se descubrieron dos niveles por debajo del suelo de época romana. El primero estaba formado por una superficie empedrada con pequeños guijarros de río, que se disponía sin demasiado orden sobre parte del área intervenida. Se destacaban en él la existencia de alineamientos de piedra del lugar, que, de momento, no se han identificado funcionalmente, a la par que se constataba la presencia de elementos desechados: fauna, restos de molino circular, etc. Este espacio parece corresponder a un lugar de tránsito, sin duda la que marca el final de la vida del poblado prerromano y la primera constancia de la presencia romana.

Al exterior del recinto descrito existen bolsadas de cantillos, planchas arcillosas de formas ovoideas que han sellado nuevos hoyos —de mayor tamaño— y paquetes de gravas, todo ello situado en un entorno de difícil comprensión funcional.

Al norte de las termas, fuera del edificio, donde Jordá había identificado una calle romana compuesta por cantos rodados, se realizó un sondeo en 1999 que puso en evidencia un enchinarrado muy cuidado, de canto pequeño de río, con ligera pendiente hacia el centro, de bordes regulares, en donde se había amortizado algún fragmento de molino de vaivén.

Entre los diversos materiales localizados, merecen mencionarse una fíbula de tipo simétrico, un resorte de fíbula y un botón con perforación central, todos ellos en bronce, así como algún mango trabajado en asta de cérvido.

Los escasos datos que de momento ofrecen los hallazgos arqueológicos han llevado a plantear una cronología para los niveles prerromanos hallados bajo las termas romanas, en torno a finales del S. II y, principalmente, durante todo el S. I a.C.