LUGARES ARQUEOLÓGICOS EN ESPAÑA

CASTRO DE CHANO

El Castro astur de Chano se encuentra situado en Fornela, en una elevación que ejerce un dominio estratégico sobre las tierras de pasto y cultivo que la rodean. Este castro estuvo poblado por los astures entre los siglos I a.C. y I d.C.

El yacimiento corresponde a un poblado de tipo castreño, pues si bien está situado a media ladera detenta una clara posición dominante sobre la confluencia de los ríos Mondego y Cúa. La nota dominante es la distribución del hábitat en una ladera muy pendiente lo que ha sido fundamental en su excepcional conservación. El asentamiento parece formar parte de un conjunto de yacimientos localizados en la zona N del valle de Fornela, Castiello o Castro de Cariseda, Castro de Peranzanes, Las Milandriegas y los Reconquines.

El castro de Chano se delimita de forma artificial en su ladera Oeste por medio de tres fosos excavados en la roca, complementados por unas potentes zanjas perpendiculares a éstos en dirección E-O y que estarían unidos a una canalización de agua que desciende de la cabecera del arroyo de los Carballines y discurre a media ladera. El conjunto de casas exhumado se sitúa sobre la vertiente de la cara N, E y S, siendo el lado N el mejor conservado. Un muro de contención, a modo de muralla servía como delimitación externa del conjunto. Las cabañas se adaptan a tres nivelaciones distintas alineadas en dos hileras paralelas en dirección E-O y en una superficie de unos 500 metros cuadrados. Las edificaciones están construidas con lajas de pizarra, de muros bien careados y ligeramente ataludados, que conservan paramentos de hasta 4 m. de altura. Los diámetros oscilan entre los 3,5 y 5,5 m., mientras que los grosores de las paredes se sitúan en torno a los 60 cm. Las puertas de entrada suelen estar sobreelevadas respecto al suelo exterior e interior y las jambas conservan una pequeña entalladura para fijar el marco de la puerta. Se han identificado un total de dieciséis viviendas en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los años noventa. Las cabañas tienen en su mayoría una finalidad doméstica, con un sollado o piso superior que serviría de habitación. Los espacios exteriores son muy estrechos y forman un conjunto de caleyos intransitables.

En el poblado es posible observar al menos tres recintos concéntricos, interpretados como posibles muros de contención. El recinto superior, claramente el mejor conservado, tiene una anchura de dos metros y está elaborado en mampostería de pizarra recibida con barro. En su interior se han excavado varias estructuras circulares, también de pizarra, de distinta funcionalidad —viviendas, almacenes, establos— que en algún caso se conservan hasta los cuatro metros de altura, y un diámetro que oscila entre los tres y seis metros. Los objetos arqueológicos recuperados en las excavaciones permiten apuntar que se trata de un asentamiento indígena, si bien su desarrollo cronológico coincide ya con la época romana, concretamente ocupa el siglo I d.C. y que tal vez esté relacionado con la explotación de mineralizaciones de oro u otro mineral del entorno.

Se documentaron numerosos y variados materiales arqueológicos en las diferentes campañas de excavación llevadas a cabo en el Castro de Chano. Los materiales son todos ellos de factura indígena, y entre ellos destacan dos tesorillos de Denarios Ibéricos uno de 17 y otro de 27 piezas.

A unos cien metros del yacimiento se han reconstruido tres cabañas, similares a las existentes en la Edad del Hierro, una de ellas representa un almacén y otra una vivienda, con los enseres y mobiliario propios de su época.